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fuí.

tan numeroso el coueurso de tocla clase , que no ca·

bi a

e~

la

1

gl'~·sia;

y

~orno

a

m as <le la reputacion r¡ue se h <1bia

merecido en v1rla el Siervo de Dios, n otaban la flex ibilidad dP "'

cuerpo, y el suavísimo 0)01· que desp<'dia, no dudaron ele que era

biena'<enturado. Se rl\jistró toda la I glesia . para ''er si babia flo–

res ó sahumerio en algun Altar, y no h all ando en ellos cosa al ·

guna fragra11te, mas que el cuerpo difunt<t, se disip<> la dn<l o y

se aumentó la devocion. E ntraron al mismo iiPmpo en la celda

del finado '' arios reli giosos

y

segla res,

,v

p ercibieron Ja misma

fragrancia que en l a lglesia.

D e modo que exhalando est.o. ·

casi siempre nn fetor desa gradable, p<•rque se cut erraba n en

ella los difuntos

segl ~res,

y siendo la celda de Fray Martín ro–

pería de enfermos, fueron un a y otra p<'rfumadas con las ,·ir–

tudes que en ellas b abia practicado. E l mi smo olor cxhafnba

un jubon d el Sien-o ele Dios, cuya fragnmcia celestial q ue no

se p arecia.

a

la de ninguna flor, percibi eron muchas j)Prsonas.

A vista de estas maravillas observadas en una misma ma–

~ana,

estando el cuerpo muerto en la Iglesia, no debo cstrañar–

se que todos Je honrasen con el epi teto de Santo; ni que como::.

tal besasen sus m anos

y

pi es, destrozasen sus ''estiduras parn

conserv arlas corno reliquias, y tocasen á su cuerpo rosari os,

cruces

y

medallas. Por lo tanto, fué necesario cub1;rJc muchas

veces con nueYa ropa

y

h:ibitos, para conservarlo con decencia,

y

custodiarlo con guardias p a ra reprimir el d sordeu. Mas co–

mo nada bastase, p o1·que ca da instante se agolpaba ma gen–

te, r Psol\'iÓla Comunidad sepultarle en la misma tarde, lo qnc

no pudo practica rse hasta el siguiente rlia.

Tii ci~rouse

la exe–

quias con mucha solemnidad,

y

n o h abien dose com·idado

a

na–

die, asistieron

á

ell as el Seiior Virey Conde de Chinchan, el

Seiior Arzobi spo de M éjico, la R eal .Audiencia, el Cabildo se–

cular

y

eclesiastico en sedE' ,·acante, por h aber mut'rto el Illmo.

y

Re,•erP.nclí~imo

Sei1or Arzobispo D. Fernando Arias Duarte,

los Prelados d e las R eli giones,

y

toda la nobleza.

y

se dió a iPn–

to en m edio de la audiencia,

á

un Cn11ado del

iervo de Dios.

Concluida. la Misa, estando presente el cada,·er, cargaron

ol ferétro sobre sus hombros, el Sr. Yirey, el

r.

Don Felicia·

110

de la Vega. Arzobispo de .Méjico, el Sr. Don Pedro Ort.,ga

Sotornay01· que fue Obis po

cid

Cuzco,

y

1

Sr. Don Juan de Pe–

i1afiel Oirlor de l a R eal Audiencia;

y

paseandole por el claus–

tro con mucho acompaiiamieuto, lo Jle,•aron al Capítulo,

don~e

se enterraba á los ·religiosos, h asta que se hizo el Cemen teno

J eneral. En e!'a sala babia lugar destinado para. epultar á los

Sacerrlote!', y otro p ara los L t' gos

y

Dona1los. P e':° en

ate~aion al mérito de Fr. .i.'lfortin, se le sepultó en

el

primero, eh·