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--1 31-

Tengo

fe

en la imperecedei·a dignid a·l d el homhre; en

Iii

olta vocacion

a

la

cual ha sido llamado, aun en el curso de

SU

historia terrena . Sea lo _que se

·-quiera con r especto

a

ciertas n aciones, dig:in lo que gu sten especuladores me-

1anc6licos, parece un hecho probado q ue en

todos tiempos ban sido, en ge–

'nern'l, conti.nuadament·e prog resivas l a felicidad

y

la grancleza del genero hu–

mano. Indud ahlem ente esta tam b ien

acl e1a 1H~ndo

nues tro siglo: su misma in –

quietud, su incesante acti vidad, su d es::ontento, contienen germenes de pro–

mesa . El saber,

In

educacion ,

est.in

abriendo l os ojos de l os

indivicluos m as

humildes;

est.in

acrecentanclo -sin limite el n6mero cle

las mentes p en sa d oras .

Nuestra vida consiste , con efec to, no en vol ver a tras , n o en perma necer esta–

cionarios , sino en pugna r rcsueltamen te ac ia

ad ela nt~.

D e p ues c1 c todo , nues–

tras enfermedades espit-i-tuales no son mas que d e opinion: no es tamos aherro–

jados si no po r cadenas poi· nosotros mi m os forjadas, y qne no;otros mi smos

p odemos q uebrantar. Grandes mudan zas es tan en via de prog reso : l a epoca es,

:.i.

la

verdad d e d ol er:cias

y

d escon ciertos; pero segun n os asegura un pro•eTbio

'l:onsolador « la hora mas oscura es aquclla q ue esta m as pr6xima

al alba .»

' Los entendimi entos pensadores de todas l as naciones invocan un ciunbio. _Existe

una h on rh

lucba en l a esu·uctura de l a Sociec1acl, una colision ilimitada entre

lo nuevo y l o anti guo . L a t·evol nc ion fr an cesa, segun ah ora percib imos, no

foe

m ndre de este p od eroso m ovi miento, sino su prol e. Aq oellas clos influen–

cias h ostil es , que siempre ex isten en las cos:is humanas , de c uya con stante

m ezcla d epenclen. su seg uriclad

y

sal ucl , h abi:in yaciclo en masas separaclas,

-acumulindose dura nte m uchas gen eraciones : l a Francia

foe

l a escena de su ex–

plosion m as terrible. P ero el fin al

r esultaclo no se d esarroll6 en aquel pais;

y

aun puecle afirma1·se q ueen ninguna parte se ba d esenvuelto . La libertad po–

litica ha sido hasta aqui el obgeto d e e,stos esiuerzos; pero n o pa ra ra n ni pue–

d en parar en eso . E l h ombre se dirige vagamente, a l a luz d e un crepusc ulo

incieno, acia una libertad mas alta que l a m era ex encion d el yugo d e sus com–

·1iaiieros m ortal es . La liber tad, sin la cual es imposible toda vida espiritual, cle–

"pende de inUuen c'ias inlinitamente mas complexas que la extension 6 limitacion

d e lo que se llama « el inter es d emocratico

»

.:_

Quien es aquel que p uecla jac–

tarse d e seiialar

a priori

lo que son esas infl ueneias, honclas, sutiles , Y enma–

-1·aiiadas ? Un nob l e pueb lo hace un gobierno nobl e ;

y

no vice- versa. En gene–

ral, las insti tuciones son mucho; pero no lo son totlo;

a

m enu do se han en–

contrado los es}Jirltus mas l ib rcs

y

sublimes, b ajo h a1·to extrafias circuns tan–

.cias externas. San Pablo,

y

l os clemas Ap6stoles , eran politicamen tc esclavos;

Epitecto lo era personalmente : olvidense l as influcncias ile la Rel ig ion Y de la

Caballe1·ia y preguntese-cual es foeron los paises c1ue produgeron

a

Cristoval

Colon

y a

Bartolome de las Casas

?