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estas comparacionl>'s. Pero ellas no por eso d ejan de tener verdad,
y
util aplica–
cton;
y n
quien no
escril.iecomo poeta'
pri~cipalmenle
para deleitar' poco le
importa que sus metaforas h allen ccnsu: a, como manoscadas y marc.:hitas. :Ko
por semejante recelo me r e traere de dar cxpresion a mi pensamiento , dici endo
en frase mil veces r epe tida que-segun "las epocas-el genera humano es ator–
tnentlldo , ora en su ex iste n ci a fisi ca, 01·a en su e:x istencia moral ( pues no h e lle–
gado
a
c1·eer con
Cabanis
que el cer ebra secreta el pensamiento) por plagas su–
cesivas, ya materiales ya intelcctuales-p ero igualme nte fatales, prepotentes , ir–
resistibles.
La histor ia nos ha conservado-entre insi gnes fabulas-Ia memai
111
mas 6 me–
nos confusa d e estos grandes accid entes, que parecen inseparables d e nuestra con–
dicion fisica
y
moral. Algunas de aquellas tremendas con"ulsiones de nu estro
planeta, cuyos v estigios se h allan grabados en su costra, {mica pa rte abierta
a
nues·–
nas limitaclas investigaciones ;-algunas tambien de aquellas horribl es pestes que
asoloron la tierra ,
y
que
r
miradas como azotes directos dcl Cielo, p erturbaban
dolorosamente l as animos ya enco1·vados por la -ignorancia' la tirania , la supers- '
i\cion :- ' hoin d esapareciJo d el todo' 6
a
lo
me1.osh an mudado considcrable–
mente de caracter; merced tal vez, en cuanto
aaquellas,
a
la vejez c om}Jarativa ·
d el gloLo-
cuanto
a
estas,
a
los progresos de
la
ci vilizaoion de la raza hu- '
!Dana '
y a
las lentas conquistas d e la r azon .
Casi otro tanto parece haber sucedido con
r~specto
a las plagas 1norales : han
cambiado de naturaleza
y
tend encia ' con proporcion a las altc1<ac iones que ha e.x–
p erimentado el espfritu humano con el curso d e los siglos. Sin entrar emp ere
en la
cli~cusion
, ;igena d e mi actud prop6 ito , de si las d ol encias de es ta clase
Lan disminuido 6 no' me limitare a lomar por senLado que ellas ex islen
toda–
"<'ia '
y
a las veces en graclo de laslimosa e:xacerbacion ' aunque difiriendo d e l as;'
antigua~
j )"
que parece que el g·cnerO humano, a p esar de
SU
decantada perfec–
tioiliclad indefiuida'
SC
h alla condenaclo
a
I erpetuas di sensiones' incesante in-'
quietu<l, eterno d esc0ntento. El es, para h acer uso d e oLra compai·acion vulga:
rjsima, como un cnerpo roLusto p os lrado por graYcs h eridas soLre un l echo de
dolor: sc esfue rza con.Linuamente en ca1nl.>iar de postura , pugnando por l ograr–
lo, con
la
esperanza d e e ncont1·ar algun aliyio; p e ro desgraciadamente pocas ve–
ces le h:illa ,
6 bien agrava
y
encona
a
menudo , con el conato , sus pade–
cin1ientos.
Ahora bi en:
.!
l e aconsejare friamente al que sufre, como
Mr. de Bonald,
la
inso p ·H'taLle inmobilicla<l? Seda csta una anionestacion, tras de llarLara inutil:
no se1·ia escuchada , 6 lo se ria con indignacion .
t
l\1c
eagolfare en asccticas
p1a–
ticas, insislieud o en que el hombre nace para pa d ece r, en que sus males no tie–
Ren
r cmedio, en que el unico lenitivo es r ctrog·1·atla1·
re~i'gnados
a
colocarsc baj<>
la coyuuda teocriitica , p1·econizada
l)Or
L<; J1iai'stre?
.No estoy dotado de aqu.c::ll:t