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-4-

estas comparacionl>'s. Pero ellas no por eso d ejan de tener verdad,

y

util aplica–

cton;

y n

quien no

escril.ie

como poeta'

pri~cipalmenle

para deleitar' poco le

importa que sus metaforas h allen ccnsu: a, como manoscadas y marc.:hitas. :Ko

por semejante recelo me r e traere de dar cxpresion a mi pensamiento , dici endo

en frase mil veces r epe tida que-segun "las epocas-el genera humano es ator–

tnentlldo , ora en su ex iste n ci a fisi ca, 01·a en su e:x istencia moral ( pues no h e lle–

gado

a

c1·eer con

Cabanis

que el cer ebra secreta el pensamiento) por plagas su–

cesivas, ya materiales ya intelcctuales-p ero igualme nte fatales, prepotentes , ir–

resistibles.

La histor ia nos ha conservado-entre insi gnes fabulas-Ia memai

111

mas 6 me–

nos confusa d e estos grandes accid entes, que parecen inseparables d e nuestra con–

dicion fisica

y

moral. Algunas de aquellas tremendas con"ulsiones de nu estro

planeta, cuyos v estigios se h allan grabados en su costra, {mica pa rte abierta

a

nues·–

nas limitaclas investigaciones ;-algunas tambien de aquellas horribl es pestes que

asoloron la tierra ,

y

que

r

miradas como azotes directos dcl Cielo, p erturbaban

dolorosamente l as animos ya enco1·vados por la -ignorancia' la tirania , la supers- '

i\cion :- ' hoin d esapareciJo d el todo' 6

a

lo

me1.os

h an mudado considcrable–

mente de caracter; merced tal vez, en cuanto

a

aquellas,

a

la vejez c om}Jarativa ·

d el gloLo-

cuanto

a

estas,

a

los progresos de

la

ci vilizaoion de la raza hu- '

!Dana '

y a

las lentas conquistas d e la r azon .

Casi otro tanto parece haber sucedido con

r~specto

a las plagas 1norales : han

cambiado de naturaleza

y

tend encia ' con proporcion a las altc1<ac iones que ha e.x–

p erimentado el espfritu humano con el curso d e los siglos. Sin entrar emp ere

en la

cli~cusion

, ;igena d e mi actud prop6 ito , de si las d ol encias de es ta clase

Lan disminuido 6 no' me limitare a lomar por senLado que ellas ex islen

toda–

"<'ia '

y

a las veces en graclo de laslimosa e:xacerbacion ' aunque difiriendo d e l as;'

antigua~

j )"

que parece que el g·cnerO humano, a p esar de

SU

decantada perfec–

tioiliclad indefiuida'

SC

h alla condenaclo

a

I erpetuas di sensiones' incesante in-'

quietu<l, eterno d esc0ntento. El es, para h acer uso d e oLra compai·acion vulga:

rjsima, como un cnerpo roLusto p os lrado por graYcs h eridas soLre un l echo de

dolor: sc esfue rza con.Linuamente en ca1nl.>iar de postura , pugnando por l ograr–

lo, con

la

esperanza d e e ncont1·ar algun aliyio; p e ro desgraciadamente pocas ve–

ces le h:illa ,

6 bien agrava

y

encona

a

menudo , con el conato , sus pade–

cin1ientos.

Ahora bi en:

.!

l e aconsejare friamente al que sufre, como

Mr. de Bonald,

la

inso p ·H'taLle inmobilicla<l? Seda csta una anionestacion, tras de llarLara inutil:

no se1·ia escuchada , 6 lo se ria con indignacion .

t

l\1c

eagolfare en asccticas

p1a–

ticas, insislieud o en que el hombre nace para pa d ece r, en que sus males no tie–

Ren

r cmedio, en que el unico lenitivo es r ctrog·1·atla1·

re~i'gnados

a

colocarsc baj<>

la coyuuda teocriitica , p1·econizada

l)Or

L<; J1iai'stre?

.No estoy dotado de aqu.c::ll:t