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conder su deformidad
apelnn
al disfraz de Ja hipocrecia;
así ·
la cntennda pnn!
ocultar sus verdadorn'S afecciones, para encubrir su
viTtuosisimo
nmor,-ne
sitaba simula.r una pasion fementid a, tomando por parapeto ni primero que
se le presentara. Sus hermanos lejos y dispersos, su primer pretendiente
fuera de la república, no faltaba si uo que
a~guno
apareciese como el ob–
jeto de su, p1•edileccion,
y
al efecto principian
á
finjirse fas mas entucias–
tas simpatias en favor del Seftor Frnnco, quien decian de voz en cuello
cas~bn
con
la hijastra,
o
tal estremo. que cuando Don Jnmundo, •comu–
nicó ni capitalista que le favorecía e l enlace de su favorita, yo creí,
le
dijo este,
que U. pensaba casnrln con Franco. Mientras tanto, como pudiera temerse que
ln_s apariencias que cxijin Ja simulacion se convirtieran en realidad: como el pro–
pósito fuera
el
de comervar hasta que no pe1judicasr; y como debiera inquietar
la idea de que el
frec~1ent.e
trato al fin tOC'ase el co1¡izon; el pndrnsto, que en es–
te nsunto no se ha dormido en las
paja~,
hubo ele tomnr la mas pronta
resolu~
cioi:i. Hae< r partirá Frnnco
á
Gunyaquil, Lambayeque
6
el Cerro como
á
Edo,
no era posible: mandarlo
á
un arsenal como
á
Adro mucho
n~enos:
despedido de
Ja casa como
á
Elao por
lnrlron,
habria nparec ido una burla, porque par ventura,
Franco tenia muy bien sentada su reputacion, y todos conocían Jas bellas y re;.
CI
mendab~es
cualidadrs que le adornan. Empero, yo no se•••. el hecho es que
Frarico bien pronto estubo en Paris y poco dcspues de regreso en América,
<londe hoy nf'gocia con lo mas inutil que haya en la casa, y tíldado por el pa,,.
drnsto de
OMISO
y
.N
EGLIGEIS TE. Verdad es que D. Inmundo ha querido
' ' º)verle
á
mandar
á
Europa, pero esto fuera en época en que nuevamente prin- ·
cipiara
á
temer su rivali<lad, porqne para ll ebar negocios al Ecuador, Francia ó·
~ueva
Granada: para marchnr mal de su ngrado
á
Copiapó ó Paita;
y
para cono- .
cer algun arsenal del v· ejo mundo, bastara con pertenecer
ó
acrrcarse
á
la en te–
nada-todos, por voluntad
ó
ror fuerzs tubiernn que prevenir
la
maleta. Ahora:
bien ¿no pudiera afirmarse que el Sr. Franco es la cuarta víctima que ofrccen·–
estos sucesos?
.En este estado, cuando sin pretendientes ni hermanos: cuanclo sola en el
mundo, tal cual Ja qui irra el pndrasto se encontralJa la entenada, llega
á
la ciu–
dad un jó\'en proscrito, de clima muy remotos, y e hospeda en casa de
Ufl98
parientes suyos, Una de las primeras visitas que recibiera el recien
llega~o
ft~é
la de la favorita de D. Inmundo, visita que pagara muchos dias pasados,
y
que no habria repetido si Ja
~eftorita,
con Ja facilidad que la earac teri--a, no
hubiese venido
á
pa ar un dia entero en el cuarto que
hR
bitaba Don Cándido, el
que se fittigó bastan te al considerar que tal conducta debia producir la mas honda.
desason
en
la familia <le la casa,
a
In que snti fiso
manif~standola
no tener él JI\
culpa de tamafia irregul aridad.
Si In familia quedara satisfecha, no nsi el hues–
ped . que atormentad o todos los dins con los recados
y
llamadas que de su µien–
t.ida amante re cib iera, tubo que frecuentar, la que él no creía
casn del:Javo1iero,
s~n
imajinnrse siquiera que hubiese una mujer tan astuta, que atrajf'ru para pa–
rapetarse, gozar,
y
en eguida sncrHi car al mismo
á
que se entregara.
No hacia un mes que Cándido frecuentabn Ja casa de (). Inmundo, y ya
ha•
bia tenido un sprio dis,gu , to ror la falta de urbanidad de este: no hacia un mes
que se tratabnn,
y
yn habin recibido i11 vitaciones de irá Valpnraiso y Santiago:
no hacia un mes, en fin, que apnreciera como el cortejante de Doña
Ro~·alia,
cuando ¿cual snia u asombro al percivir que su impro,·isad a amiga Je toma la
mano, la introduce c-n u seno,
I~
da el trntnmiento de tu y le sclln los láb1os so–
b're su frente?
¿Cual . eria su sorpre ·a cunndo fintes de que transcurrieran cua–
tro meses ya él había recibido
lo
que otros nu reciben en cuatrn afios1. ••• Si
hoy fuesen infundados
e~te
absorto y e. ta s01·presa, no Jo eran on aquel entonces,
porque no podía ni aun suponerse que no se anhelaba un amante sino un para•