GLORIA
99
ración hacia la señorita, se acercaba ' tímida–
mente,
y
con sus deditos sucios, ' como hojas
de rosa que hB:n caído en el lango, tocaba lea
- guantes de Gloria y "los bordes de·su sobrefal–
d~,
y
huhiera tocado algo 'más, si
el
respeto
n"o la contuviera:
El
mayor, Sildo, limp-iaba
el polvO-de la tarima
y
de"todo cuanto
á
Glo–
ria rodea ba, mientras el segundo, Paco, cui–
daba de poner en el
~ayor,
orden los
hilo~
de
la borla del quitasol, que estaban cada uno
por su lado.
Glol',ia "sacó su portamonedas, diciendo
cEst~
semana no te "he dado nada. Toma.
-¡Bendita sea la mano
qe
Diosl ...-excla-
mó Jos'é tomando seis moneditas de plata.–
Ya veis, hjjos, cómo Dios no nos abandona...
¡Aht
señor cura, "seilor cura, no todo§! tieneu
corazón de hierro como usted.
-¿Qué dices del cura?
-Sefíorita Gloria-repuso
CHifás
enjngan- .
do una lágrima con la manga de la camisa,
-desde el primero de lnes
yf
1•
no comeré el
amargo pan de la parroquia. El sefior cura
me despide.
-¿Te despide?
-Sí: dice que por mis escándalos. .. por-
que tengo deudas
y
no las puedo pagar,
-por–
que
soy
un tramposo, un miserable, un
des-
/
,