Presentación
Al referirse al carácter perdurable de los libros, el escritor británico
John Ruskin ha escrito lo siguiente:
Un libro es, esencialmente, no una cosa hablada, sino una cosa
escrita. No con el propósito de mera comunicación, sino de
permanencia.(...) El autor tiene algo que decir, útil o verdadero o
bellamente útil (...) en el resumen de su vida encuentra que ésta es
la cosa, o el grupo de cosas que son manifiestas: la parte de
verdadero conocimiento, la visión, la cantidad de luz solar que le
ha sido apoderarse en la tierra. Se sentirá obligado a fijarla en el
mundo para siempre, a grabarla en la roca, si puede, diciendo 'Esto
es lo mejor de
mí;
en cuanto a lo demás, he comido, bebido, dormido,
amado, odiado, como todo el mundo; mi vida era como el vapor y
ya no es, pero esto lo vi y lo conocí: esto, si algo mío lo es, es
digno de vuestro recuerdo'. Esto es su escrito; es, en su pequeña
escala humana, y sea cual fuere el grado de verdadera inspiración
que haya en él, su inscripción, o su escritura. Es su libro.
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En efecto, un libro implica un diálogo continuo y permanente entre el
autor
y
los lectores de todos los confines
y
de todas las generaciones.
De acuerdo a los postulados de la teoría de la recepción, este
intercambio de ideas se encuentra influenciado por un contexto social
y
cultural
y
responde al cumplimiento del "horizonte de expectativas",
el cual es analizado desde los siguientes puntos de vista:
Cita reproducida en: Delgado, Washington. "El placer del texto: los libros, el
escritor, la lectura".
Libros
&
Artes. Revista de Cultura de la Biblioteca Naéional
del Perú.
No. 2. Lima, 2002.
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