al Perú
y
rma siembra generosa en el libro, en la cátedra
y
en la vida del país. Por
eso, su busto figura con entera justicia en el ingreso de la Biblioteca Nacional, al
lado de San Martín,
el
fundador, de Ricardo Palma,
el
bibliotecario mendigo;
y
como homenaje al reconstructor de la tercera Biblioteca Nacional después del
ominoso incendio del año 1943.
Esperemos que su palabra admonitoria no caiga en
el
vacío cuando dijo: «Ojalá
que este abandono de la Biblioteca Nacional no se repita en nuestro tiempo ni en
el futuro...
».
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