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la gran Transformación. Y en todo este corrido, las empresas-país
juegan un rol esencial.
Es oportuno precisar, sin embargo, que una política económica de
Transformación es completamente diferente a otra de inclusión so-
cial. Mientras que la Transformación conduce a instalar en posi-
ción hegemónica a la Repartición Igualitaria del resultado neto de
la actividad económica del sector a crear, la inclusión social sola-
mente actúa sobre una disminución de la masa de utilidades y, por
consiguiente, un ingreso monetario o una prestación social para los
sectores más desfavorecidos. Esta política económica preserva la
Repartición Individualista del resultado neto de la actividad econó-
mica, origen de la pobreza y del desempleo.
Mientras que la Transformación tiene por objetivo eliminar las
grandes desigualdades socio-económicas producto de una relación
de dominación, así como el atraso en las formas de trabajar; la
inclusión social se dedica solamente a paliar los “errores” de una
economía de mercado capitalista.
La política económica de Transformación se orienta a instalar me-
canismos de larga duración. Un ejemplo de la instalación de un
mecanismo de este tipo es el caso de la Repartición Individualista,
que tiene una existencia aproximada de diez mil años, sin que haya
sufrido ninguna modificación, a pesar de los diferentes tipos de
gobiernos que se han practicado a nivel mundial.
Los mecanismos conducentes a la Transformación son indepen-
dientes de la voluntad de los gobiernos, lo que no es el caso de los
programas de inclusión social (Pensión 65, Wawa Wasi, Juntos,
etc.) quienes son una suerte de acordeón a guisa del gobernante,
y terminan por convertirse en programas electoreros, clientelistas,
populistas.