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IV
PRÓLOGO.
por realzar , en demostracion de gratitud ,
el
mérito de
su autor. Al admitir el encargo de escribir estos elemen–
tos , nos ocurrió un pensamiento que contemplamos como
la
única causa del tal qual acierto con que acaso le he–
mos desempeñado. Consideramos que no pidiéndosenos
tratados nuestros ,
sino
tratados buenos ,
correspondía
echar mano de los que encontrásemos dignos de esta ca–
lificacion , sin ceder
á
los impulsos que pudiesen acome–
ternos de gastar tiempo , con el fin de disimular nues–
trps plagios , en dar otra forma
á
las obras agenas que in–
tentásemos apropiarnos. Aunque lo hubiéramos conseguido
á
tanta menos costa , quanto en lo mucho que se
no~
ha
ofrecido registrar hemos hallado egemplos que nos ense–
ñasen
á
lucirlo con agenas galas ; sin embargo, nos hubie–
ra
apartado de seguirlos lo mucho que nos urgia ,
y
ya
lo
hemos dicho en otra parte , concluir con toda brevedad
nuestra tarea•. Lo único
á
que nos arrojamos fué mudar el
plan de los tratados que trasladábamos ,
y
añadirles de ca–
mino algunos pedazos de otros , fiados en que autorizaban
esta licencia los fines con que los escribíamos. Ademas de
la
calidad de lcis doctrinas que encierra un escrito, influye
muchísimo
.en
su excelencia el orden por el qual están dis–
tribuidas , cuyo orden debe ser diverso , segun varía al–
guno de los fines principales con que se escribe; dimanan–
do· de aquí la gran diferencia que va de un libr? bueno
á
un
libro que se pueda graduar de bien hecho.
U
no
y
on·o
era ,
atendidas
las miras que llevaba
su autor
al tiempo
de
'.ll
com-