Monarquía I)h.1ina.
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el Brasil :·los Indios Mexicanos ,
y
otros Pue–
blos de la
América. No se para11 estas
Nacio–
nes en una mera especu]acion de ·tan impía
doctrina ; se p(opasan
á
dar ver·dader~ culto
á
aquel _principio que reconocen por malo
de
su naturaleza , cuidando aplacarle para evitar
su indignacion.
Pero
de
esto
hablarémos eri
.el Discúrso siguiente , donde tambien
consta–
rá
que
este
culto no
se
dirige ' en quanto de
los
hechos
puede
colegirse ,
á
un principio
ínalo,
co1110
divino ,
é
inde·pend-ente ·,
~ino ca,.:
mo
á
Potestades , aunque maléficas , subordi–
nadas
á
un Supre1no
Soberano.
·
§_.
VII.
_56
Dexemos
estas
tenebrosas Naciones,
y~
vamos
á
otros
Pueblos
ilustr'ados con la
ver:.
dadera doctrina ,
entre
quienes los
dos
princi-.
píos
se
hicieron
tambien lugar.
El trato
de
los
.Judíos despues de su cautiverio' con _
los-
Cal-_
deos
en
Babilonia ,
y
sus
cercanías , hizo ·
á
muchos , no
sol<?
gustar esta
doctrina,
sino aun
servirse de ella ·para exponer impíamente las
Sagradas Escrituras.
Las
aflicciones del Pue–
blo
Hebreo , necesarias
conseqüencias de sus
pecados , creyéndolas indignas
ele
un
Dios
bue-
no,