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licita por

tan gratuito amor, se re–

duce

á

que 9--memos

á

nuestros her–

manos con tanta sinceridad ,

y

de–

sinterés como nos ama; sin que se

resfrie nuestro amor por su estrañe–

za , por su negligencia, ni por sus

agravios, pues

éi

nos ama , sin em–

bargo de tantas injurias como le

hacemos.

La primera razon

que

le obliga

á

ceñir en este am8r reciproco toda la

praél:ica de la vida christiana,

es,

que

no pudiendo ha::oerle beneficio algu–

no sino en

la:s

perspnas de nuestros

hermanos , que s¿n sus miembros,

quiere admitir en

esto

el

fruto

de

nuestro reconocimiento,

y

de

su

amor , conforme

á

lo que dice:

Qualquiera vez

que hiciereis bien

Mmh. xxv.

al men,or de estos poqueñuelos

es-

40•

4' ·

te,

ó

aquel, que son

á

vuestra ·vista

pequeños,

y

grandes

á

la mia , por-

que son miembros mios ,

á

mí es

á

quien lo haceis.

R

La

segunda es., como

dice el

om .x

t

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1 •

1 S

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Aposto

an a o,

que e ·que

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