lbid. 3
t.
3
i.
pues.sevá
ace.rcanclo,yyá
ha llega.
i/oel tiempo en
que
ireis dispersos ca·
da uno
por
su cabo,
y
me dejareis
solo; pero
ro
no
e~toy
solo, pues está.
&onmigo
mi Padre.
¡Quién pudiera remontarse aqui
4 conocer el estado de un alma que
no
tiene mas que á Dios , destituí–
da
de
todo apoyo ,
y
alivio huma–
no
!
Por un lado ¡qué desconsuel()!
pero por otro lado , qué regocijo
quando se tiene á Dios ; tanto mas;
quanto
á
él solo se tiene
!
En este
estado se
vá
á
ballar
J
esu-Christo;
y
para
remate de tan lastimosa situa-.
cion , es preciso añadir , que tenia
á
Dios sin sentir que
lé
tenia ; pues
parece
que
se
retiró , hasta reducir
á ·
Jesu-Christo
á
clamar:
Dios mio,
Math.xxv
u.
Dios mio,
¿porqué
me
haveis des.::.
+
6 •
amparado?
Oh almas , que participais
de
-ese
desamparo de Jesu-Christo,
que andais de abismo en abismo,
tan lejos de Dfos
á
vuestro
parecer~
y·
tan separadas de él
á
causa de es-
,
te