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ñana,
y
á la tarde mueré. Nunci
nos dejemos
llevar
de
la
alegria,
porque es entregarnos
á
la ilusion:
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e
digamos
á
la risa ,
tú
eres mentiro–
sa
;
y
á
la alegria,
tú
nos engañas.
No querian los Santos Padres que
los Christianos se descompusiesen
en
la risa , riendo
á
carcajadas.
, Es menester en nuestro corazoa
una tristeza santa,
y
saludable, por
el recuerdo de nuestros pecados;
con el temo,r del juicio de Dios,
y
con un saqto tedio de las felicida–
des del mundo;
y ·
no solo se con·
vertirá esta tristeza en alegria el
dia de la eternidad, sino tambien
desde el presente sigló triunfará en
nuestro corazon la alegria de Jesu–
Christo ;
y
de este deposito de
gozo , gustará en lo interior todo
corazon unido al Señor, como tam·
bien manará de él este tedio
á
las
deiicias del mundo, que no son
mas que ilusion , tentacion ,
y
cor–
rupcion.
Gustad,
y
veréis quán dulce es
el