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II4

ñana,

y

á la tarde mueré. Nunci

nos dejemos

llevar

de

la

alegria,

porque es entregarnos

á

la ilusion:

11

e

digamos

á

la risa ,

eres mentiro–

sa

;

y

á

la alegria,

nos engañas.

No querian los Santos Padres que

los Christianos se descompusiesen

en

la risa , riendo

á

carcajadas.

, Es menester en nuestro corazoa

una tristeza santa,

y

saludable, por

el recuerdo de nuestros pecados;

con el temo,r del juicio de Dios,

y

con un saqto tedio de las felicida–

des del mundo;

y ·

no solo se con·

vertirá esta tristeza en alegria el

dia de la eternidad, sino tambien

desde el presente sigló triunfará en

nuestro corazon la alegria de Jesu–

Christo ;

y

de este deposito de

gozo , gustará en lo interior todo

corazon unido al Señor, como tam·

bien manará de él este tedio

á

las

deiicias del mundo, que no son

mas que ilusion , tentacion ,

y

cor–

rupcion.

Gustad,

y

veréis quán dulce es

el