·3 )4
si tene1nos
f
é
Viiva ,
y
menos
si e
dur.adera. Pero con toda esta in-–
certidumbre, debemos
estar
tran–
.quilos,
y
no inquietarnos , ni an-
~ar
dando ,
y
toffiklndo sobre
esto:
~s
necesario quando la oracion
nos
inflama atrevernos
a
esperarlo'
y
pedirlo todo ,
y
estár
tan
llenos d
Dios , que no
pensemos
en
noso
tros rn1srnos.
i
Es esta la temeraria
confianza
que enseñan
los
hereges
~
No
por
cierto ; lo que
yo
digo
es ,
que
sin
-
pararnos
a
cebar
en
las
reflexiones,
que
podemos hacer
sobre
nuestra
debilidad,
y
flaqueza,
debemos
e
el
fervor de la oracion
olvidarnos
de nosotros mismos, en tal canfor
midad, que
nada
ocupe en
ella
nuestro
corazon , sino
la
conside-–
racion de lo que Dios
puede ,
y
de
la
immensa
bondad con
que
lo ha
prometido todo
a
la
oracion
per
~everante.
DIA