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que yo hago dán testimonio de mí
de
que el Padre me embió.
Y
el
Padre
mismo que
me
embió ha dado testi–
monio de mí. Vosotros no habeis oí–
do jamás su
voz,
ni
vhto
figura
suya;
y
ahora .embia
á
su
Unigenito
Hijo,
á
quien
podeis
vér
,
y
oír
,
pero no
le que–
'f"eis recibir, aunque sea
el
Padre el
que
os
habla
por
él, como lo testifican tantos
prodigios
,
y
milagros como habeis 'Visto:
y
su
palabra
no permanece en
vosotros,
porque
110
cr'eis
á
aq1.1el que
él em–
bió.
Exáminad las _escrituras, pues
juz–
gais tener en ellas
la
vida eterna , que
ellas son las que
dan
testimonio de mí.
No obstante, vosotros no quereis ve~
nir
á
mí para
tener
la
vida.
Yo
no re"'..
cibo de los holl}bres
la
gloria ; pero
os
cono~co
i
vosotros,
que
no
teneis
en
vosofros mismos el amor
de
Dios~
Yo vine en nombre de-mi Padre,
y
no
me recibís:
~i
viene
otro en su
pro–
pio nombre,
quizá
atgun
fa/so
Profeta,
ó
el
Ante-Cftristo,
le redbireis.
¿
Cómo
podeis creer vosotros dandoos gloria
unos
á
otros ,
y
no buscando la gloria
que