(~z) ·
que les .enseñaba ,
adem_ás
c?ino
quien
tenia potestad ,
con
el
zmperzo de un Le–
gisladür
,
y
nq como
los Escribas
que
no obraban lo que decían con sus labios.
H abía en
la
Sinagoga un hombre po–
seido del espíritu inmundo ,
y
clamó
d iciendo:
¿
Qué hay entre
tÍ,
y
noso.
tros,,
Jesrn,
Nazareno?
¿·Qué
motivo te
he–
mos
dado para que nos atormentes?
¿Has
venido
a
perdernos?· ¿Yo sé,
á
lo que
tongeturo:
quien eres?
Tú
eres
el Santo
<le
Dios ;
E!
Santo' de· los Santos
:
el
Hijo
de
Dios..
Y
Jesus. le amenazó
di–
ciendo: Enmudece,.
y
sal
de
ese
hom·
bre ;
y
el espfritu inmundo agitando
violentamente
al hombre' '
y
d ando· un
gran grito
1
salió de
él.
Y todos se ad–
miraron tanto,
que se preguntaban unos
á
otros :·
¿
Qué es esto?
¿
Qpé- nueva
doctrina es esta? Porque él mandaba
t ambien con imperio
a
los espíritus in–
mundos ,
y
le
obedecian.. Y luego se
estendia su fama por· toda la regio11:
de G ali1éa.
Y saliendo luego de
la
Sinagoga,
fueron
á
casa de Simon,
y
Anµr és
con
San-