(.~ _~8
j
nagogas,
y
ser s.a1u_da4os en
'fa
plaza!
¡Ay
de vosotrós_qu~ ~ois como l_os
so–
pulcros , _que no·· ~pa,re-cen,
y
sobre
10s
quales and.~n.: 1os h,ópr~m:s sin·. saberlo.
Hablando entonces~
m1--
Doctor de ,
la
Ley, le
dbw :
Maeiitb
·;··1Iablando de
es..
ta suerte 'tambien'
nos ·deslí.onras
a
noso–
tros. · Pero Jesus le respoi1dió ·~
Ay
de
vosotros · tainbien Maestros de
la
Ley,
que cargais
a
los hombres unas .
cargas
que no pueden llevar ,
y
vosotros,
ni
con
ün dedo las tocais.
¡Ay
de
vosotros
qt1e
edificais sepul~
eros
á
los
Profetas ; d~spues que '
vues–
tros padres les mataron
!
Ciertamente
testificais qüe aprobais lo que vuestros
padres hicieron : po¡q1.,1e ellos. ·
los
ma–
taron,
y
vosotros les edificais sepulcros,
en lo que manifestais 'vuestro ánimo
é
ln~
tenci@n, semef4nte
á
la que vuestros pa–
dres tu1;ieron de hacerlos morir.
Por eso
dixo
la
sabiduría de Dios: Yo les··
em–
biaré Profetas ,
y
Apostoles ,
y
de
ellos
in.atarán
á
unos,
y
perseguirán ·
á ·
otros:
para que
á
esta riacion· stJ la
pida cuenta
de
1a
sangre de todos
los
Profetas ,
que
.fue den:amada desde
la
creacion del
mun-