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iurio en
la
I
la
de Leon donde no ·solo se hizo fuerte,
sino que corre sin e torbo las
ndalucia , afirmando el
sistema ele libertad que los pueblos an iao,
y
se apresu–
ntn
á
plantear. Esta e plosion no costó ni una gota de
..sangre,
y
el nrnJ'or órclen r e.roa en todos lo
á.ngulos de .
e sta vasta Pro incia, merced á
la
civilizacion
y
cultura
d e sus moradores,
á
la uniformidad ele sus sc11timientos,
y
á la santidad de su causa, que no de be man char e con
el ódio ó la venganza por resen timientos anteriore , que
supí teis perdonar generoso
y
obedientes á la religion
santa que profesamos. Contra tan sal udables votos en
-vano
l~
l)erfidia Ülten tará eguir conduciendo
la
docilidad
<lel Rey á sus inicuas miras: él mismo
ver~
a])ierto ante
.sus ojos el abismo en que le precipitaron lo qu.e no bus–
caban mas que la propia fortuna
á
e peu as de su
opini.ony
de
la
men'gua d el amor J.e sus pueblos: en ano procu–
rnran
bacede ver en vuestra resoluoion,
á
la par heroy–
ca
y
fiel ácia la Real Pe1
1
soria, que e trata de atentar con–
tra éll . Nada menos, valientes, humanos, Católicos Es–
pañoles. Lejo e tá de nuestro corazon el h orroroso sa–
crificio de Luis XVI, que gra ó sobre la Frano:ia el hor–
ron mas execrable, que no bastarán á labar
nj
la lejanía
d e lo ·
si glos~
ni las muestra d e
Ja
mayor fidehdad suce i–
va : lejos está de nucst'TOS santo. sentimientos la
horábl~
conducta de un Cromvel oon la Real p ersona de Carlos I.
O ras son nue tras costumbres, nue tra ínclole,
y
mode–
r acion . Otra nuestra sagrada Reli gion que no se altera
corda mezcla d e lo sea tarios, que Lllrbaron aquellos rey–
n os : otra en fin, nuestra fé al pacto social, que hemos
jurado
y
estrecha
h0y
lo vínculos d e nue tra fraterni–
d ad. Sí Espaiioles; él consagra Ja santa máxima de que
la
persona del. Rey es sagrada é in iolable, y no está su–
geta á r esponsabilidad;
y
de e te axioma, que hemos
j~raclo
por los Santos Evangelios, no e
eludo resilir.
En
va~o
7
otro
3Í,
1C1s
pérfidos
le
pintarán cqmo prpba...