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4-o
incápaC€',S de la COmpasion ,
y
del perJon de
SU
contra–
rio En ·1a dictadura de Sila no se ve sino el diseño de
. fos crneles proscripciones, que nos privaTOn de una in–
finidad de hombres ilustres, de gruesos capiúdistas, de
individuos de todas profesiones; en fin, de ,las almas
sublimes, nacidas para levantar la
Na~ion
del túmulo
en que la sepnltára una série continuada de
desgracia~
al alto grado de explendor
y
opulencia á que la con–
v iclaban sus fértiles recursos,
y
la posicion. geográfica
de su suelo. La razon que presidió á esta atroz medida,
no se halla consignada en ninguno de cuantos publicistas
lrnn transmitido
á
la posteridad las ideas mas juiciosas.
Lock, 'el mas cél ebre acaso que conoció el ·siglo preceden–
te, nos
di~e
qne cuando una fuerza enemiga se apodera
de la corte ó metrópoli Ele un estado,.no pudiendo ya cir–
cular la sangre desde el corazon
á
los diversos miembros del
cuerpo político, éste muere, y
~us
individuos quedan en
el esta do de natu raleza, es
d~oi
r, en libertad
ele
a9.optar
el
gobiemo que les acoinode. ¿Dónde está, pues, el crí–
nien de tantos desgraciados víctimas del furor insano de
una
~iJ
faccion ? ¿En haber organizad.o un gobierno, .
ocupada la corte y la mayor parte de la Península
por las tropas del Lisurpador que habia disuelto el nacio–
nal? ¿Estaria el delito en haber fonnaclo nna Constitueion,
que si bien no podrá llamarse la obra mas perfecta clellrn–
mano ingenio, como exageradamente dijo Adamsde la in–
glesa, es al menos una mej ora visible del caos confuso que
cuhria las de varios de
19s
anti guo:5 reynos que forman hoy
la España?
¿O
sería el crímcn haber declarado la dina tía
d e Borbon en la persona
y
descendencia deFernando VII,
cuando érawos libres para adoptar cualquiera otra ? Se–
:i·íalo sí , seríqlo d erramar- tanta 8angre para proh ijar
a
aqnel cuando sin su dispendio pudo haberse admiti–
do al moderado José Bonaparte. Rnsgó, pues, la se–
ductora parcialidad la Car ta Constitucional de
19
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