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No llenan nuestras alma salvajes alegrias.
Alcemos á los cielos la placentera faz.
Desnudos los espiritus de repróbos agravios
En medio á
la
algazara de fraternal festin,
El grito de esperanza que se alza de los lábios
R esuena como el trueno del uno al otro confin.
Si el cielo de la patria presagia tempestades,
Y aun rugen turbulentas las olas de la mar,
Ya el viajador vislumbra divinas claridades
De tiempos de bonanzas profetica señal.
La hora es deci iva-supremo es el instante:
Marchamos entre abismos, vacila nuestra fé;
Valor y fortaleza, constancia
y
adelante.
Se encuentra en la borrasca la juven tud de pié.
A la sangrienta lucha del campo de batalla
L a lucha ha sucedido del voto popular¡
Al sable la palabra, la idea
á
la metralla
La vida al siempre impio y estéril batallar.
Con gratas esperanzas de un porvenir divino
El surco trabajemos de la comun labor;
A todos los esfuerzos abierto está el camino,
Primicias brinda á todos la vil'ía del Se!'íor.
La paz es hoy un acto
gra~dioso
de civismo,
De estral'íos será siempre fructífero ejemplar
La pátria nunca muere: del fondo del abismo
El soplo de una idea la puede levantar.
Con
la
conciencia pura, por el deber movidos
H eraldos del derecho, vasallos de ese Rey,
Sus biblicos mandatos, triunfan tes 6 vencidos,
Gravemos en las tablas sagradas de la ley.
Guardemos en el alma las vívidas creencias¡
J amás
la
apostasía apóstol fué del bien,
Y del combate puros, salvando las conciencias
Del ideal salvemos el perenal sostén.
Soldados de la idea, satánicos rencores
Contritos inmolemos en el sagrado altar.
Sin que jamás séamos á nuestra fé traidores
Cristianos para el hombre y estóicos para el mal.
Con el fervor que agita los lábios del creyente
Unidos en estrecha, sincera comunion,
Brindemos á la aurora de un porvenir sonrie,1 te,
Movidos por la misma suprema aspiracion.