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ranca con el Capitan Cármen y la primera fila de soldados, y
chocar el primero contra la gente de Fidelis, recibió un ba–
lazo en la frente, que lo volteó del caballo, muriendo pocos mo–
mentos despues.
Cuando tuvo conocimiento el Coronel Puentes de la desgra–
cia de sus dos jefes y que comprendió que la situacion era asaz
comprometida si no obraba rápidamente, se precipitó contra
el enemigo con la res e rva, en el mismo momento que las fuer–
zas de Salvañach y de Arambú chocaban con la gente de Fi–
delis, y todos juntos, á una sola voz se entreveraron con esta
produciéndose la confusion mas espantosa de gritos, tiros, la–
mentos
é
imprecaciones.
Un cuarto de hora, á la sumo, duraría el entrevero, corrién–
dose todos tan pronto hácia un lado como á otro, hasta que al
fin se pronunció la derrota en la gente d e Fidelis, siendo per–
seguidos mas de dos l eguas, hasta las caídas d e l arroyo Tres
Cruces, mandando el Coronel Puentes que cesara la persecu–
sion para que sus fuerzas no se ensañaran con el enemigo ya
completamente vencido.
En esta accion los revolucionarios perdieron al Comandante
Arambú y unos 15 ó 20 soldados, y tuvi eron h eridos al Coronel
Salvañach, al Comandante Pedro Barrera y varios individuos
de tropa. El enemigo tuvo treinta y tantos muertos, entre ellos
el Capitan Vica, y una infinidad de heridos, contándose tam•
bien al Coronel Fidelis con varias heridas leves.
El Coronel Salvañach, despues de este combate , se fu é á
Santa Ana á curarse de sus heridas, y el Coronel Puentes que–
dó de Jefe Militar del departamentó de Tacuarembó.
Fidelis á los pocos dias reapareció con mas de 200 hombres
por el paso de la Carpinteria, en la costa del Rio N egro, depar–
tamento de Cerro Largo.
Febrero
)-El Coronel Galarza sorpr ende una partida revo–
lucionaria en Yapeyú.
Febrero
6-El General Muniz con su vanguardia, despues de
cruzarse sin obstáculo alguno por los departamentos del Este,
llega
á
las puertas de Montevideo, se tirotea con las fuerzas de
la guarnicion y retírase tranquilamentecuando lo creyó oportuno.
Sobre este hecho, léase la siguiente correspondencia de Mon–
tevideo que publicó en Melo, en boletín, el periódico
La R evoZ.u–
cíon;
dicha correspondencia dice todo lo que podríamos decir
nosotros: