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4

crezcan bien

('D

su porcion setcntrional, pudiéndose

cuhÍYRf

en ella

en grande escala

y

de e:xcelentc calidad, el cRfé, el 87.úcar, el algo–

don, etc.

Además,

la

RepúJ.lica tropical del Paraguay, que no

solament~

sobre¡msa en fertilidad al Brasil, sino tambi<'n X las Antilln!cl, no es

sino una dependencia Argentina, considcradR bajo el punto de vist•

comercial, por estar obligada

á

llevar los productos de su

suel~

incomparablemente fértil

á

los mercados de Buenos Aire•, y aM1

cuando en la actualidad se halle demasiado agotada- á (':tusa de la

larga guerra eontra la Triple Alianza- para poder producir

mu("ho~

no es permitido des<·onocer su importancia coweroial, como país

tributario de los mercados Argentinos.

La fertilidad del suelo Argentino es admirable;-á tRI grado li•g•,

que hoy ya se exvorta trigo de la República, aunque •u poblacion

agrícola, propiamente dicha, apénas llegue

á

20,000 almas, inclusive

las mujeres

y

los niños.

Del hecho de que las Pampas solo producían naturalmente yerbas

y

careeian de árbolt-s, se ha querido deducir que ('stos terrenos no eran

propio~

para

la

lahran1.a, existiendo además en Europa la eqnivorada

creencia

de

que todo t>l pais no era sino una pampa continua. Como

casi siempre sucede en tales circum,tancias, la práctica

ha

dado

UJL

desmentido

á

estas

conclusiones aventuradas de la

teoría:

las

colonias

agrícolas-la Re}Jública Argentina cu<"nta hoy mas de tremt:t- se

hallan

ubicada~:

casi exclusivamente en la Pampa,

ohtellit>nclo los

colonos que

á

conocimientos prácticos

unan

activida,lt·n

el

traLnjo

y

persever~ncia,

resultados tan sorprendentes, que

~o

lo t>n el

c~rt!l1ro

de

teóricos tenaces puede persistir la opinion de

que

<'1 suc-Io

cll!

ln

Pampa. no

sea

propio para

la

abrricultura. Aunque

Rdu:thnr-nte ]a

exportacion de cE:rcalcs no sea aún muy considerahl<', no

ha~·

ti11da

ele

que

t>n un

corto número de años la harina Ar¡;cntina

t>liminnrh IR.

de Estados-Unidos de los mercados de la costa oriental de la Amé–

rica del Sur,

y

(fUC

el

mercado de granos en

Eur·opa cxp('rimentnr{¡

la

iuflul'ncia

ele la produccion Argentina.

Con

el

aumento

de pob]acion,

y

por consiguicnt<>, de

tral•nj:hlores,

(>)

tabaco,

el a(_·eitc, el lino, etc.,

pronto

ocupar:'m

tamhien un lugar

importnnte

en las listas de.

nuestro~

productos export:\do!l,

de~arro­

Hán<lose al mie;mo tiempo el cultivo de la

viiiR

y

dd

algodou, la

f.'l.bricacion del azúcar, la. cria

del

gusano de seda, la

l'rodun·ion

de

materias tintóreas, etc.

J..as

preciosas

maderas

de

coustruccion de los

inml·nsoR

l•os•¡nC'tO

qnc constituyen

otra

riqueza de nuestro país, apar('crritn ta10bien

entre los a.rtículos de export::tcion. Solamente

aquel

c¡ue

no

l'OilOz•·a

de todo el pais sino la Provincia de Buenos Aires poJril J'Onerlo en

duda; pero la Provincia de Buenos Aires no es la H•pública Argen–

tina,

y

sí solo una fraccion,

y

asi mismo, fraceion dotada de riquezas.

naturales, en proporcion no menos sorpremlcntes.