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mientos si solo puede explicar e inculcar por

medio del castellano?

¿Qué manifestación de justicia pueden

distribuir un jue:¡;, un

ma~istrado,

ona auto–

ridad política , si en su intelecto 'solo

anida

la riqueza de otros idiomas.?

Ya es tiempo que no miremos el pasado,

de esta raza con menosprecio suicid-a; ya

es tiempo que\ saquemos del aprendizaje

y

compenetra ción del Q'uechua, el A.ymará y

otros dialectos que tienen, el mejor instru–

mento

y

la mejor esencia pl'ra su ansiada li·

beración de tantos siglos .

Felizmente se encuentra en vanguardia

los ideales de rendención indigenista; ojalá

sea la presente generación la

que prosiga

abriendo la trocha por donde ca minarán fun–

sionad os el mejor ideal de la patria, el máxi–

mo culto a l precepto humano de liberación.

Desde la c1 parente insignificacia de esta

obra, convencido como

UJ1

idólatra de la finél–

Jidad patróitica y humanitaria que tiene, por

decirlo así, no trepido ni me sonroja el unir

mi nombre a la iniciación de sus páginas,

escritas en el Quechua, en su mayor parte

j unino , porque la excelsitud de las virtudes

individual

es está

más en ser útil, en algo,

a Jos que

sufr.en

, a

los que viven

y

sup er

viven

en

el lla

no

'j

a los

ne~ esitados

de

bien

y

de justicia, que a los grandes

y

pod e–

rosos, engreídos de honores

y

homenajes, de

himnos

y

pleiteslas .

llurelio J. Valdivieso