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enumera lo idioma que en dicha área se hablan o fueron ha–

blados; al encontrarse con lengua

importadas de otras área

conLinentales, no insiste en las cuestiones de su origen, difusión

y desarrollo histórico, tratándolas al igual de los idiomas pro–

pios del territorio argentino.

En síntesis, Mitre mue tra la tendencia a abarcar los proble–

mas con mirada amplia y continenlal; Lafone Quevedo, en

cambio, considera más especialmente sus caracteres locales.

Predomina en aquél la mentalidad del glotólogo y del humanis–

ta, en éste la geográfica y política.

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o hay que emplear muchos razonamientos para establecer

el valor relativo de los dos sislemas. Todos advierten que las

naciones neo-americanas, . con sus actuales confines políticos,

abarcan de un modo irregular el territorio de las áreas lingilis–

Licas precolombinas, de tal manera que una clasificación

natu~al

de las lenguas no puede concebirse sin mantener en su integri–

dad el concepto del continente, prescindiendo de las fronteras

nacionales.

Al decir clasificación natmal, tenemos presente la única cla-

ificación admitida por los especialistas modernos, es decir, la

genética, que divide las lenguas en familias y grupos, sobre la

base del parentesco que la observación comparada de la fono–

logía, de la gramática y del léxico ha logrado establecer entre

los varios idiomas o dialectos que salieron del mismo tronco.

En lo que respecta a aquella clasificación tan abundante–

mente usada en el siglo pasado y repetida aún hoy general–

mente por los libros elementales, que tenía por base el •criterio

de forma•, distinguiendo las lenguas

monosilábicas

de las

aglu–

tinantes

y de las

flexivas,

justo es decir que desde varias déca–

das ha sido abandonada, como •enteramente insuficiente y

aún falsa• . Una breve indicación crít ica puede encontrarla

el lector en el conocido manual de Lenz. Aquella triple divi ión

de las lengua

• e refiere tan sólo -

dice Trombetti con su

habiLual agudeza -

a estados transitorios de agregación que

a menudo coexisten en un mismo idioma y no tocan en lo más

mínimo la esencia; su valor discriminativo es análogo a la dis–

tinción entre Yapor de agua, agua y hielo».

En cuanto al método de exposición que seguimos en e te

re umen, la naturaleza misma de la obra nos impone su elec-