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tarse en sus tenebrosus antros, por no poder resis–
tir los vivísimos resplandores que de sí despide la
divina
Aur01•a
del verdadero
Sol de justicia
Cristo
Jesús.
-
El estrl.blecimiento del imperio rea l
y
dectiyo
da la Re ina de los cielos
y
tierra en
las
region.esperuan0 bolivianas era una empresa
grand'e~
digna
de Dios,
y
como tal debía reali z'a'rse
'pdr rríedfos
hum_ild~s
y no
po~:lífl · ~~~reC,~r
dÉ!!
se,li,ó
' d~ Ía_~'"con -
tradJCCJOQeS.
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Disipadas en gra¡1 parte la s
tinieblas de la
idolatria com ,los -fulgores de la lu z evangélica apor–
tada a l C0ntinente americano nor
los
!misioneros
españoles,
comp¡end1er~n
lys
,indio~ ,
que no debían
buscar el remedio de sus ma.les en- lo.s .
w~cpXos
de
los ídolos, sino en las misericordia& del
ve~Oa'dero
Dios, imploradas por medio dé sus Santos, y
so–
bre todo .de- ,la Reina de el los Maria Santísima.
Son para Copacabana
y.
pueblos comarcanos
muy temibles los meses de enero
y
febrero, cuyos
infens~s lñi~ l os
agqstabf\n muchas veces en flor los
frutos regados con tantos sudores
y
cültivádos con
fal!igas indeóbles.
, ,
,
,
, -.
· · Conformes "estaban los habitantes de Co paca–
'bana
en buscar un
patrón especial
que
1
.e.n
' el cielo
intercediera por la pr0speridac;l. de ·'ius ca rr;I,pps; pe–
ro. mientras los
Anansayas
obtaban ' por Ntra. ·Sra.
de
la Candelaria o _sea de
la Purificación,
los.
Ur>iiHayas
preferían al glorioso mártir S. Sebas–
tian; no habiendo sido posible
q~e
los dos 1:3arti–
dos se aviniesen.