Algunos escritores, nacionales y extran–
jeros, suponen y afirman a veces, que
los
atlantes, mayas, asiáticos,
etc., fueron
los primeros habitantes del territorio com–
prendido entre la cordillera Real, de Boli–
via,
y
la occidental o Marítima, del Perú.
De ser así, en todo caso, debió s·erlo por
muy breve tiempo; puesto que no llegaron
a dejar ninguna huella arqueológica o lin–
güística, ni prueba alguna de que fueran
los
c~nstructores
de la Gran Metrópoli.
Lo que se puede sostener, y con muy
buenas razones, es que los
aillus
o
grupos
tribales
y las
comunidad:es
existentes du–
rante el período primitivo, fueron los que
.--desde su origen- vivieron en dichas re–
giques o iniciaron y prosiguieron con su
primigenia civilización teocrática. Dichos
grnpos étnicos o familiares, estaban 'consti–
tuídos por:
preantis-aimaras
y los
prekc–
lla-ai-maras,
a quienes siguieron los
proto–
lcollawas
o
kollawawas
(hijos de kollas),
hermanos de los
lupakas, lupi-jakes
(hom–
bres refulgentes) y los
kollanas.
Todos, del
kollao
o
Kollasuyo,
región de los
kollana–
ka
o
kolla-aimaras.
Éstos continuaron, en
ritmo ascendente, el progreso de la cultura
heredada y el adelanto del idioma
aimara.
A las tribus y comunidades anteriores se
incorporaron -amigable o forzadamente–
las de los
lupakas,
hoy totalmente desapa–
recidos; los
urus,
de los que sólo restan
muy pocas familias, dedicadas a la pesca
a orillas del río Desaguadero
(Jankóake,
/ro-hito,
etc.) ; los
chipayas,
sojuzgados por
los
kollas,
viven en muy limitado número
entre las salinas de Coipasa, Poopó y .Au–
llagas; posteriormente, los
parias, charkas
y
kurawa'ras;
luego los
pakajes (paka-ja–
kes,
hombres-águilas) de la provincia In–
gavi; los
umasuyu
(región aguanosa), pro–
vincia Omasuyos; los
sikasika, sukasuka
o
chikachika,
los
karankas, atakamas, macha–
kas
y ótros.
Las anteriores afirmaciones se basan en
documentos obtenidos en nuestros numero–
sos estudios folklóricos y en búsquedas ar–
queológiCas -de cerca de cuarenta años-
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realizada.s en el terreno, y en otros dificul–
tosamente extraídos de fuentes dignas de
todo crédito, como son las que a continua–
ción se enumeran:
ANTROPOLÓGICAS. Tienen su fundamen–
to en las excavaciones efectuadas en Ti–
wanaku y sus alrededores
(Chiripa, Ya-
F1c.
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Chullpa
de un párvulo, con deformación arti–
ficial craneana, sacada de un cesto, a cuyQ. lado se
encuentra.
nariko
y
Kopajira)
y en zonas más abja–
das (
Viacha, ]okolluni, Takawa, Ayoayo,
Kollasuyo
y
Siripaka),
en las cuales se
descubrieron cráneos dolicocéfalos --chi–
cos y alargados, con y sin deformaciones
circulares aimaras- propios de las razas
primitivas y típicos de los
kolla-aima–
ras
(
fig. 4) . Algunos se encontraron a pro–
fundidades mayores de cuatro metros y
completamente fosilizados, lo que eviden–
cia su extraordinaria antigüedad y su pro–
cedencia
kolla.
LINGÜÍSTICAS. Éstas se deducen de la
no
exist~cia
de ningún vocablo pertene–
ciente a lenguas extranJeras que pudieran
hacer suponer la presencia y el dominio