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Iguales encuentros de figuras re–
presentativas ·de animales vivientes y sim–
bólicos, propios de la fauna y mitología
de otros hemisferios: bisontes, camellos,
cobras, cocodrilos, dragones, dromedarios,
grifos, jabalíes, jirafas, osos, pelícanos,
unicornios, etc., así como de zoomorfos
ignorados o desaparecidos ( fig. 6). Asi–
mismo, unos ejemplares -realistas o esti–
lizados- reproducidos en cerámica, pie–
dras, metales y tejidos.
3'
1
La semejanza· en las creencias míti–
co-religiosas, colectivas o individuales, en
los ídolos, deidades y fetiches; en los sen–
timientos de veneración, prácticas rituales
y
sacrificios sagrados; en la similitud de
sus ideas animísticas o relacionadas con el
totem;
en las normas de moralidad, dis–
ciplina, costumbres
y
prácticas sociales
primitivas; en el uso de máscaras guerre–
ras, ceremoniales o de danza, así como en
lo parecido de sus moradas y construccio–
nes megalíticas y de sus armas, vestimen–
tas
y
utensilios ( fig. 7).
4'
1
Los numerosos descubrimientos de
reproducciones plásticas, buriladas o graba–
das, que representan: budas sentados (fi–
gura 8), dioses alados con cabezas de ani–
males, momias fajadas egipcíacas (fig. 9),
y
divinidades bárbaras (fig. lO) y de ins–
trumentos musicales parecidos a los de los
griegos, romanos y otros, como la flauta
del dios Pan (zampoña o
siku
aimara), la
trompeta, los silbatos, los cascabeles, et–
cétera
(
fig. ll ) .
5
9
Los descubrimientos de las preco–
lombinas
perlas agri
(compuestas de sílice,
potasa y óxido) y d·e cuentas alargadas de
vidrio, fabricadas superponiendo capas ví–
treas de diferentes colores, las cuales son
originarias de la antigua Fenicia, de Egip–
to y Venecia. Fueron halladas en Tiwana–
ku y Nasca, a profundidades mayores de
1.50
m.,
que formaban parte de collares
y
otros atavíos.
Juzgando que los anteriores testimonios
constituyen sobradas
y
fehacientes pruebas
de las relaciones y conexiones que han exis-
tido entre unos y otros continentes, cabe
ahora pteguntarse quiénes fueron los pri–
meros habitantes de la altiplanicie andina
y cuál el idioma que hablaron los precur–
sores de Tiwanaku.
Algunos distinguidos escritores, entre
ellos el sabio Bandelier (Las islas Titicaca
y Coatí) y el conocido historiador peruano
Cúneo Vidal
(Histeria de la Civilización
Peruana),
señalan que los primigenios po–
bladores de la meseta andina fueron los
chullpas,
aduciendo razones que, si bien
denotan largo y laborioso estudio, no están
basadas ·en el conocimiento cauteloso de
los monumentos prehistóricos y en el de
las tradiciones y el lenguaje andinos. Es
que estos últimos recursos, por motivos de–
masiado obvios, por lo general no se ha–
llan al alcance de los extranjeros, los que.
por otra parte desconocen -en su integri–
dad- la bibliografía nacional, todo lo cual
les impide hacer deducciones ceñidas a lo
cierto.
14
En efecto: a) Si los chullpas -nombre
dado a sus viviendas, o túmulos funerarios,
y, posteriormente, por antonomasia, a sus
constructores-hubie1·an sido los primitivos
pobladores dd altiplano, necesariamente
los cronistas del Coloniaje habrían remar–
cado esta condición primigenia. b) Sus edi–
ficios de barro y paja, otras veces con pie–
dras colocadas sobre las puertas y en las
esquinas d·e las paredes (propios del pe–
ríodo de decadencia de Tiwanaku), y otras,
de piedras engastadas (peculiares de la
época incaica), prueban
qt\(~
sus edificado–
res no fueron los autores de las obras
me–
galíticas
de la metrópoli pr-ehistórica. e) En
todas las excavaciones efectuadas en el sub–
suelo tiwanakeño, jamás se han encontrado
esqueletos en posición de cuclillas y -mu–
cho menos- dentro de cestos, rasgos ca–
racterísticos de los chullpas o
kontata-ama–
yas,
muertos sentados ( fig.
12).
Entre los
descubrimientos a profundidades mayores
de un metro, todos estaban echados boca
arriba. Lo que prueba su procedencia aje–
na a la
chullpa.