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cultivos que las papas u ocas de la puna,

aunque no pudiendo soportar una modifi–

cación total de sus costumbres, ante un am–

biente extraño, su penetración fué más bien

ocasional y sin ánimo de conquista.

Sólo durante la expansión del Imperio

Incaico, cuando el tercer monarca Maita–

Capac, envió sus huestes a la conquist8; del

Collao,

llegando hasta los nevados del lile–

mana ( Illimani), el empuje de aquéllas

obligó a los aymaras a ganar paulatinamen–

te la zona cálida de Yungas y desalojar a

los salvajes en lucha desigual. Era aproxi–

madamente el año 1200 que así comenzó

la verdadera conquista aymara del

Yunca,

con la erección de los que parecen ser los

primeros villorrios indígenas de

Lambate,

Y anacachi

y

Chillca

(

Circa), y desde en–

tonces fueron levantándose los otros pue–

blos de

Chullu-humani

(agua de rocío),

que es la actual ciudad de Chulumani. De–

bido a una leyenda conocida en la locali–

dad, su nombre también podría proceder

de "Cholo-humaña" (bebedero del tigre).

Luego vino

Khori-huaycu

(perdiz de oro),

que era el nombre primitivo de Coroico,

Khori-pata

(lugar aurífero), el antiguo Co–

ripata y -dice Morales-

Huiru-pampa

(campo de maíz), que correspondería a

lrupana, a más de los caseríos de

Pakhallu

dos crías),

Mururata

(desmochado),

J

okho–

huaya

(sitio pantanoso), etc., los cuales hoy

son los cantones Pacallo, Mururata, Oco–

baya, etc., ,siendo probable que los más

modernos pueblitos, ya de la colonia, fue–

ron

Huancané, Chicaloma, Tajma

y

Laza.

El séptimo heredero del trono de la di–

nastía incaica Yahuar Huacac, al empren–

der las primeras expediciones formales

hacia la selva trasandina, ha podido apro–

vechar la región yungueña como vía de

paso para el oriente, lo mismo que el pos–

terior moparca, lnca-Yupanqu!i; pero és–

tos encontraron siempre iguales contra–

tiempos que los aimaras en su expansión

por Yungas, principalmente por el calor

desacostumbrado, las enfermedades tropi·

cales, el bosque ignorado y, sobre todo, la

T. l.

diferencia de armas de lucha entre ambos

bandos: los altiplánicos con sus hondas y

macanas ineficaces dentro de la arboleda,

y sus enemigos, los selvícolas, con certeras

flechas envenenadas, a las

cual~s

se su–

maban sus movimientos felinos, sus asaltos

por sorpresa y sus tatuajes, hasta hacerse

calificar de

supay-masis

(parecidos al dia–

blo), con quienes consideraban imposible

luchar.

Así, en yungas no quedó la raza que–

chua, sino el pueblo aymara solamente, y

si bien éste se hizo dueño de una faja de

terrenos fértiles transandinos, no pudo

avanzar más ailá de seis leguas hacia el

oriente de las actuales capitales, dejando

el resto a los salvajes.

No se debe olvidar que con el ingreso

a Yungas de los incaicos, fué importado

del Perú el sistema del cultivo de la coca,

enseñando a los yungueños a beneficiarse

de este precioso vegetal.

CONQUISTA ESPAfiOLA

Al efectuarse la conquista ibérica del

Antis

(Andes) y sus contrafuertes, se fun–

dó la ciudad de La Paz en 1548, y enton–

ces, siguiendo las rutas que ya tenían abier–

tas los indígenas, los españoles visitaron

por primera vez los Yungas y, unos seis

años más tarde, mejoraron dichos caminos

para trasladarse a buscar metales, exami–

nar la novedosa industria de la coca y ex–

perimentar las posibilidades de introducir

frutales nuevos, los cuales, por haber te–

nido éxito muy pronto, debían hacer de

Yungas el emporio frutícola de La Paz.

Esto implicaba nuevas luchas con los sal–

vajes para ganar terreno. Y lo ganaron hasta_

duplicar la superficie que habían logrado

abarcar los aymaras; pero después, no pu–

dieron formar expediciones fuertes hacia el

interior, el resto de Yungas quedó ignorado

largo tiempo. Algunas de las expediciones

españolas que, desde 1560, se dirigieron

al oriente boliviano, tomaron la vía del río

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