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2. Así como a la Nueva España (Méjico) pa–

saron en 1523 algunos franciscanos con Her–

nán Cortés, a los que se unieron los

12

Misio–

neros-verdaderos Apóstoles de Nueva Es–

paña-con fr. Martín de Valencia por Supe–

rior, de igual modo penetraron en 1532 con

Francisco Pizarra en su 2.a expedición los

franciscanos fr. Marcos de Niza, como Supe–

rior

y

Comisario, con

seis

religio ~ os .

Poco

tiempo después llegaron

cinco

franciscanos

más, que, con los

siete

anteriores, constituye–

ron el número de

doce,

fundándose en 1536

la

Custodia de los Doce Apóstoles del Perú,

dependiente constitucionalmente de

1

a

Pro–

vincia del Santo Evangelio de

N.

E. , que el

año

anteri.or

había sido erigida como tal en el

Capítulo General de Niza.

No tardó mucho tiempo en adquirir la ca–

tegoría de Provincia esta Custodia de los Do–

ce Apóstoles, pues ya en el Capítulo Gl. de

Salamanca (1553) se le concedió tal rango

y

doce años más tarde (1565)en el Capítulo Gl.

de VallC!_dolid era tal su vitalidad y pujanza

que se desprendieron de ella las cuatro Pro–

vincias siguientes:

1.

0

San Antonio de los Charcas (Bolivia).

2.

0

San Francisco de Quito (Ecuador).

3.

0

Santa fe del Nuevo Reino de Grana–

da (Colombia)

y

4.

0

Santísima Trinidad de Chile .

A estas cuatro Provincias se debe añadir

la

Provincia de la Asunción de Nuestra Se–

ñora,

creada en el Capítulo 01. de Roma de

1612 de las dos Custodias de

Sanforge del Tu–

cumán

y Custodia

de

.la

Asunción del Para–

guay y

Río

de la Plata.

La historia de estas

dos Custodias está ínrimdmente li gada origi–

nariamente con el glorio so

p~ sa do

de nuestra

Provincia de Andalucía, ya que en 1538 con

el Veedor Pedro de Mendoza y Alonso de

Cabrera vinieron cinco religiosos francisca–

nos con Fr. -Bernardo de Arm enta y Fr. Alon -

50

de Lebrón

y

al año sigui ente el Ministro

Provincial de Andalucía e nvió siete francisca–

nos más, que con los 25 que llevó posterior–

mente, entre los q11 e

ibr

el Bto. Luis deBo –

laños, el P. Alon so de Lebrón cimentaron

y

perfeccionaron la vida franciscana en aque -

LAs

MISIONES FRAN CISC N AS

llas apartadas latitudes, sin olvidar el fin

pri–

mordial de su expansión: misionar

R

los in –

dios (2)

Se dividían el territorio sudamericano -o

como entonces se decía, el Alto

y

Bajo Perll,

con el N. R. de Granada -las seis Provincias

franciscanas siguientes:

La

Provincia de los Doce Apó toles de

Lima (Perú).

2.a

Prcvincia de San Antonio de

los

Charcas (Bolivia).

3.a

Provincia de San Francisco de Quito

(Ecuador).

4.a

Provincia del Nuevo Reino de Gra–

nada (Colombia).

5.a

Provincia de la Santísima Trinidad

de Chile.

6.a

Provincia de la Asunción de Nuestra

Señora (Paraguay y Argentina)

(3).

3.

Forzoso fué,

y

consecuente con el sis–

tema del régimen implantado por León

X

con

la Bula •lte et vos• de 1517, llevar a aquellas

extensísimas comarcas la intervención regu–

ladora que el Ministro General, como supe–

rior supremo de toda la Orden, ejercía sobre

cada una de las Provincias

y

Conventos de su

jurisdicción

r:~ediante

los Comisarios Gene–

rales.

La jerarquía

con~titucional

dentro de la

Orden estaba constituída de la forma siguien–

te: para cada convento existía un Guardián;

para cada Provincia un Ministro Provincial;

sobre varias Provincias, por naciones o regio–

nes, un Comisario General Nacional, que, vi–

cegerente

y

sustituto del Ministro Gl. o su

Comisario General de la Familia o de la Bu–

la-que de ambas formas se le denominaba–

dirigía e impulsaba, con sus visitas

y

presen–

cia, las mutuas relaciones de Provincias,

ti

esplendor de la vida regular

y

el incremento

del espíritu religioso (4).

4.

En las Indias Occidentales,

~

semejan–

za de los

Comi~::arios

Nacionales de Francia

y

regiones germano-bélgicas, se crearon estos

Comisarios Generales con poderes y compe–

tencias establecidos en nuestras Constitucio–

nes Generales.