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ESTAMPAS HUANCAVELICANAS

los toros para la corrida y a los que van a preparar las barre–

ras en la plaza. ·

En la víspera de la corrida de toros hacen el "AYío"

q~e

consiste en que el Alcalde con su comitiva acompaña hasta las

afueras de la población a los alguaciles que van a traer a los

toros. Regresan más o menos a las tres de la mañana. Como

señal de que ya se acercan a la población tocan su "huajra"

(corneta de cacho) entonces el Alcalde da el alcance con cb.\–

cha, aguardiente y merienda; también le avientan quintos de

coca sobre el lomo del animal con la infant il creencia de que

.se volverá más bravo. A los dueños de los animales les paga!l

un porongo de chicha, una botella de chacta o aguardiente

y ponen a su disposición a dos corneteros para que anuncien

que su toro está penetrando a la plaza.

Y

si ha sido bravo, y

"trapeado" al torero, entonces se dirige donde el Al.calde y

exige que se le premie con más "tragos", chicha y coca.

Cada toro tiene su nombre, así: "Nina huajra", "Cóndor

lloja", etc., es deélr: "Cuernos de candela", "Mon ta Cón-

dor", etc.

·

Los alguaciles salen con bombo y violín acompañados de

su "pandilla" de bailarines, disfrazados en forma típica y es–

pecial y agitando con la mano un banderín en el que van pren–

didos cascabeles y campanillas, a visitar a cada una de la:>

autoridades del pueblo o capital de distrito. Van con ellos su:.

respectivas mujeres y otros allegados que les ayudan a car–

gar sendas bolsas conteniendo unas, pétalos

d~

flores con el

objeto de hacer jugar a las autoridades y vecinos principales;

otras, con harina para los "mist es" llamados también gente

"mediana" o clase media, y otras, con pintura de distintos

colores para jugar entre ellos. Es de especial mención las re–

cíprocas atenciones que se prodigan visitantes y visitados. En

efecto, de primera intención la Alcaldesa de Vara, seguida

por las esposas de los otros varayos; h ace jugar con los péta–

los de flores a los dueños de casa vertiendo palabras dulces

y

de respetuosa sumisión, siendo retribuidas en el juego con

serpentinas o con pintura de encendido color que se les pasa

por el rostro con un clavel a manera de brocha. Acto seguido

brindan con la chicha que invitan los Varayos y la botella de