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de la Ig1esia de Ja Cornpañía. (1 ).
Sinetnbargo
el
P.
Pacheco de
la ('uba, dió por disculpa
el yerro
<le
su
campanero,
a la censura de
entrerl~cho
que le
notificaba un Canónigo en non1bre
~del
Cabildo.
Segurn1nentc que le
quedó
al
P.
Pacbeco
de la
Cuba cierto
resque1nor
con el
Venerable
Cabildo,
cuando lo vernos tres
rll·a~ de~p11é~,
del bullado
. asunto
·ae
las
campanas,
in1pertérrito en no cejar
un
ápice
en la cuestión de derechos que correspon.
dían a su Convento en los funerales por muerte del
Obispo. (
2).
' 'Los religiosos
estuvíeron
discordes en
~orden
a las
li1nosnas que
habían de
llev.ar. El
I)rior
de
Santo
Domingo
adn11t¡o
lo s cien
pe~os ~ que
ofrecfr,n
los albaceas, lo
n1isn10
el de San Agustín. El Guar-
- di
á
n
de San F r a neiseo dij o que no -ad
tn
i
ti ría nada,
por
encontrarse beneficiado
del Obispo.· .
El
Co·
mendador de la Merced se cerró en que le habían
cie Jar quinientos pesos,
y
envió
recado
al Prior de
Santo
Do1ningo que no se a viniese en el
~oncierto
de los cien pesos,
y
ñadió:
que no
doblarían
sus
campanas ni asistiría su con1unidad, ni religioso
alguno de
su con
ven to al
entierro.
Final111ente
convinieron en lo qüe oírecieron los albaceas. To·
caron
a
cada canónigo
doscientos
cuarenta pe50S,
y
sesenta
a
cada
racionero. El Guardian de San
F r a nci seo, e1
J.>
ri o r
o
e San Agustín
y
el de San
Juan
de Dios d<:vol vieron, por gratitud,
los
cien pesos.
[3].
I~l
P.
Pedro
f'acheco
de Ja Cuba n1urió en el
c.n,·ento
del \:uzco
a
principios de junio de 1795,.
de cerca de 90 años de- edad, después de
haber
'par· ·
ticipado en todos los Capítulos celebrados de1 .a°fió
.7. .
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