de que se trata de u ua pintura su 1nan1ente anti–
gua , sin señales
de
retoque, hecha
~sobre
una
capa
de
yeso
que seguratnente n1andó hacer el P. Mi–
gucl
<le Herrera para e111parejar las
hondiduras
de
la peña
y sobre
la
Roca en que se apareció el
S.e-
. ñor a Diego QL1ispe.
·
Cerca de la múno izquierda
hay
una cicatriz
en la Roca, eri la capa de yeso sobrepuesta, que
bien
pudiera ser el
sitio
donde el
Obispo
golpeó.
Para nosotros es un prodigio la conservación
de la pintura de I-!uanca a
través de n1ás de dos
si.glas y medios. Hay que advertir que hasta los
tien1pos del
P.
de l\!Iendoza, que hizo colocar la
prin1era vidriera protectora de la In1agen, la sa–
grada pintura estaba expuesta a los excsos de la
devóción· tnal entendida de la indiada, que no se
retiraba contenta hasta no haber subido, ·uno por
uno, los asistentes a la Novena
[1
l
de cada año
y
rle haber tocado con rosarios, escapularios, cruces .
etc. etc.
v
de haber besado
v
hu1n·edecido con sus
lágrin1a~
la I1nagen. No ol;stante este roce con.
tinno de doscientos cincuenta años la pintura está
intacta y ad1nirable1nente bien conservada: el co–
lor <le la carne pálida y fuerte1nente a111ora tada en
ciertas partes, espaldas, piernas, brazos sintiendo
el chasquido de los azotes';
p~ro
sobretodo la san–
gre coagulada en la espalda, en la bofetada del di–
vino rostro, es de un efecto tan maravilloso, con10
los hilos de sangre fresca, , que parece es tu viera
brotando ne las heridas
y
que corren por todo el
cuerpo. Nos
da la
i1npresió11
al
tocarla de sentir–
·Ja caliente y de que
la
mano queda teñida con la
roja sangre que purpura todo el di vino cuerpo.
,
Y creemos este el lugar oportuno para en1itir
nuestro juicio acerca de los con1ponentes 111ateria–
les sobre los cuales está píntada
la
Irnagen.
{1)
F~n
aquellos tiempos se habla de cinco
y
seis
mil
almas.
\
o