jánclose este volvió a subir el Obispo que fué, cna n.
do dicen, golpeó al Señor con la
barreta
para con.
vencerse si estaba
retocado.
Cuando el Sr. Obispo
salió estaba con
otra cara. Saludó
y
dió
a besar
el anillo. Se
d~spidió
del P. Do1ni11go, n1ontó a ca –
ballo
y
se fué
<'On
sus
acon1pañantes,
diciendo al
P. Capellán que no podía quedarse porque esa
n1isn1a tarde debería
estar
en el
Cuzco
y que
~ólo
había venido por convencerse
de
lo
que
le
habían
dicho. l.1a visita del Sr. Obispo no hahía durado
una hora".
El acto realizado por el Obispo Ochoá es
par~t
nosotros
fle
la
n1ás
alta in1portancia: n1anit1esta
elocuentemente la es
ti
n1ación.
q
ne el Prelado tenía
por la
1111agen
del Señor de Huanca a
Jq
que
con·
sideraba como una reliquia
veneranda
de su
Dió·
ces is,
pues,
no podría su ponerse de otro
tno<lo
el
que haya venido
del
Cuzco, personaln1ente, \venida
y
reg1 eso en
nn misn10
día,
para cerciorarse
por
sus propios ojos de lo que le
habían
dicho rEspec·
to
al retnque.
Así
se
explica
la
indignación
justa
con qne llegó al Santuario
y
la terquedad con que
saludó al Capellán a
quien
se había culpado de la
profanación.
·
I.,a visita del Obispo Ocho a a
fl
u anca
es
un
poderoso
arg11111ento
ele
la
devoción
grande
que
en
el Cuzco
se ha
profesado siempre al Señor de
llunnca.
El
Pre!ado quiso clarnar a sus diocesa·
nos
a
1arn1R
dos, para
poderles
decir:
"No
es
cierto:
Lo he risto yo con 1nis ojos".
Mons.
Julián
Och0a por
este
act
J
debe
ser con'
siderado en el
nt1111ero
de Jos Obispos de la
Dióce.
~1
s que n1ás se han in teresa do por el San
tt!
ario de
liuanca,
porque en él se conserve la tradición in.
tact:::1, pura, correcta
y
sin
dobleces.
Nosotros que hemos estudiado largo tiempo
la
sa grada
pintura , que 1
a
he
n1
os pa
1
pad o
y
111
ira·
do por todos
lados,
hemos llegado a la conclusión