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in embargo, no debe er lar -

1

r

.·entación indígena

d

e e dio , ino ilustración europ

a

le la palabra

r lám ago, como

la

hay en lo librito que irven a nue tro hijo para

apr nder el arte de Je r y e. cribir. Ga.rcila o afirma que «el apo ' ento»

del relámpago era simplemente

un

fondo de oro y como lo an iguo >-;

peruano con ideraban a una con telación que debe s r nue tra. O a

ma-

or, como dios del trueno, armado con maza

y

honda, no se comprende

que, como

tal~

no figure en el altar mayor; puede er que Pachacuti

ha.ya

lvidado este detalle y pue to en su lámina un relámpago a la europea .

El compañero del trueno, en el otro lado del altar, era el dios d

l

grani–

zo, representado como felino cuyos ojos de

p

dían cuatro rayo brillan–

tes.

Este curioso monstruo, en aimará

fué

llamado « El reluciente », en

quichua

«El

tigre de oro»; y como lo antiguo lexicólogo. afirman que

la

respectiva palabra quichua es nombre de nna constelación,

la

bu qué

n el cielo, para hallarla en nne ' tro Escorpión y algnna estrella ad–

yacente .

Finalmente, en la base. del altar,

a

la

izqui~Hla)

hay un árbol que

probablemente, repre

ent~1

la flora terrenal.

A

lrll

derecha, siete círculos

<Con un punto en el centro, on siete bulbo ópticos, como explica la le–

yenda, añadiendo que . e trata de

<.~Los

ojos de toda las cosas de toda

laya»; y como el término «Todas las cosas de toda

la.ya

»

er~

el nombre

de un dios, probablemente uno de los tantos epítetos de Viracocha, re-

ul ta que éste

f

ué imaginado como

ér

con s iete ojos. Repasando el cielo

y

teniendo

pre

ente que

las

Pléyada fueron veneradas e pecialmente

por los antiguos peruanos (como también por otros pueblos primitivos),

llegamos· a la conclusión que esa con telación fné con iderada como lo

.. iete ojos del dios Viracocha. Era éste la divinidad suprema en el anti-

·uo Perú e hizo competencia al Sol, del cual e jactaba descender la di–

nastía reinante.

El

nombre entero dice:

K011i

Tijsi Huirci

Kocha)

y sig–

nifica, según Middenclorf: «Lago caliente de la\ a»; refiérese al volcán de

Cacha en el valle del río Huilcanota, imaginado como ér vivo y terri–

ble, cuyas desastrosas er.npciones hoy todavía e notan en lo alrede–

·dor .

El concepto de las siete estrella que componen l c.úmnlo de la.

.r

léy

<le~,

como ojo. de la di\ inidacl suprema, debe haber llegado ele

Ada,

pues en el mi mo testamento antiguo el profeta Zacarías (4,10)

11abla de los si et ojos del Seílor que repa an todos lo paf es; esta irle(

no es genuina de lo hebreos.

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