dra singular que se ensarr bla con otras once
pequeñas. Esta es la piedra
jefe
o clave de to–
do el edificio, la que tan1bién
~1,, u'3
una signi–
ficación sinJbólica, algo como blasón de la ca–
sa. Las once piedras que le rodean parece que
expresan otras tantas tribus que contribuyeron
a la edificación de esta soberbia vivienda in- ·
.
ca1ca.
Estas interpetaciones están ajustadas
es–
trictamente al
espíritu artístico
de la raza.
Arqueológicamente,
llamaríamos, más
bien
a
esta calle, en lugar de
Hatunrumiyoc,
o
de la "piedra grande", la de los "doce ángu–
los".
Pasando esta calle
se emboca en la del
"Triu fo" que e-s su continuación, donde tam–
bién hay.
esto
interesantes, a mbos flancos.
Las rui as que caen al horte, e decir, ha–
cia el templo del "TriJnfo", on restos del an–
tiguo edificio de
Sunturhuasi,
y
las del .sur,
que están al frente, corresponden a lo que los
incas llan1aron
Hatuncancha,
ue se cree fué
residencia de
Inca Yupanqul.
La especialidad
de estas ruinas está en la muralla de la esqui–
na, entre dicha calle del "Triunfo" y el porta–
lillo de Belén. Es una soberbia esquina redon–
deada, de gran desarrollo circular, que revela
la precisión de los instrumentos empleados
como los grandes conocimientos rnatemáticos
'
de los constructores.
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