ostenta el sillón del Obispo, de una talla que
se singulariza por su estilo
y
por su factura. Le
corona una cruz de ébano, que se dice traída
de Roma.
El púlpito, que ·pende de la columna cru–
cial, es uno de los n1ás notables del Cuzco.
La
sacristía guarda, asinüsmo, primorosos
ornamentos tallados en cedro, cou10 el retablo,
donde está el Cristo atribuído a Van Dyck, las
arquetas, armarios
y
den1ás obras que hacen
de este santuario el primero entre los templos
cuzqueños.
En todas las capillas de la Catedral se en–
cuentran retablos fulgentes, dorados con oro
de subido guilate,
cu~o
br1ll(j)
y
lay co--nservan
hasta ahora. Son eliquias im erece<;Ieras que
proclaman al p&r que el fe voli' J?eligioso del
Cuzco de a colonia,
~a
pródiga riqueza .de sus
hombres que empleaban sus caurlales en obras
de arte de enorme costo. Sobresalen, el altar
de la Virgen de
Chokonchaca,
el del Espíritu
Santo o de la ·Trinidad, mandada hacer por
Juan de Salas, el churrigueresco que está tras
del altar máyor y las verjerías de cada una de
las capillas mencionadas. Asimis1no, son dig–
nos de atención los marcos, tallados
y
dorados,
que sostienen aquellos lienzos de gran tama–
ño, en la región del crucero, antes n1enciona–
dos. Los mandó tallar el obispo Mollinedo, cu–
yo escudo de armas se luce en la coronación.
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