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je la tela con que ha de confeccionar ves–
tidos para toda la familia. En los ratos
perdidos, ayuda al cuidado de la majadita
de ovejas y de cabras, e hila casi constan–
temente, pues el huso es s u compañero in–
separable.
La mujer joven, desde los 10 o 12 años
de edad, es la pastora. Da gusto ver la
solicitud y el cariño con que auxilia y
cuida del tierno animalito, que cae entre
las breñas o que el cansancio le retrasa
en la marcha a la hora del rodeo. Parece
que su corazón se infiltrara entre las ino–
centes cabritas que la siguen por todas par
tes y que hasta juegan con ella.
El sistema de cálculos aritméticos para
las transacciones comerciales del indio, es
muy curioso. Una serie de piedritas de
variados tamaños y de colores distintos
constituyen las tablas de multiplicar
y
de sumar a la vez. Al efectuar las com–
pras o las ventas, hacen mecánicamente
una serie de combinaciones
y
permutacio–
nes con las piedrecillas que agrupan por