-6-
había dejado todo el cariño de los míos,
obrada f-n mí de una manera intensa, con
toda la influencia que era capaz de ejer–
cer en un espíritu recientemente sacudido
por una honda desgracia de familia.
Así pasaron los primeros días: vivía
sumido en profundas reflexiones, tratan–
do de hállar en el trabajo un lenitivo pa–
ra mis abrumadoras tristezas.
El tiempo (el mejor juez y el mejor
médico) fué poco a poco atenuando mis
pesares. Las cariñosas cartas de mi madre
y las noticias de mi hermano mayor, cu–
yos afectuosos y sabios consejos han con–
tribuído siempre a hacerme hombre de
h onor y de trabajo, levantaron mi ánimo
y tuve mas fuerzas para luchar por la
vida.
Nacido
y
criado en un hogar en el que
la mas alta moral y el respeto mútuo fue–
ron la norma invariable de ese padre ca–
riñoso y ejemplar a
qui~n
quise con toda
mi a lma, no podía caer entre las garras
del vicio, no por virtud s inó por costum–
bre. Tenía por fuerza que mantenerme ile-·