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HORACIO H. URTEAGA

bres, y los teógonas hebr·eos, a cada paso, recomiendan apla–

car la cólera de J ehová.

¡

Y cuán terrible era la cólf:'ra del dios

!

Traía las enfer–

medades y la miseria para el horyibre pecaminoso o ingrato,

la ruina de la familia y de la tribu, y el mayor de los males pa ·

ra la nación: la guerr:i. desastrosa con su cortejo de males, la

esclavitud, el dolor y la muerte. De allí que el terror nacido

de semejantes amenazas, fueron .Jn poderoso recurs0 para la

especulación de las castas sacerdotales, únicas que podían

aplacar, con sus preces y la multiplicidad de los sacrificios, a la

divinidad irritada. Y ésta, que

2.

la vez se mostraba voraz e

insaciable, exigía no sólo los

meiores frutos de la tierra,

:;::ino

el holocausto de la propia vida. Tienen así los sacrificios hu–

manos un fundamento serio en el concepto religioso del

hombre primitivo

;la suposición de una divinidad

irritable, ven–

gativa, celosa de culto y necesitada de ofrendas, y la

e_'ficacia

del holocausto,

mientras más rico y valioso era el sér sacrifi–

cado. Así las leyes de Manu,

r;n

la lfldia, recomendaban esta

gerarquía en los sacrificios, según los grados del favor qne se

pedía a los dioses y según la importancia de la merced o gra–

cia que de ellos se solicitaba. El

pi¿ruchamedha

era el más pre–

cioso de los holocaustos: en él se sacrificaba un hombre, y su

eficacia era segura; el

aswamedhn

era el sacrificio del caballo,

animal grato a los dioses y cuyo holocaus•o era eficaz para

algunas peticiones graves; y el

gomedha,

el sacrificio del toro,

que era el ordinario de los brahamanes. ( 1 ) . Entre los ro–

manos se sabe también que había la distinción entre las víc–

timas u holocaustos espléndidos, y las

hostias;

y que el sacri–

ficio humano, que todavía se real;zó hasta las guerras púni–

cas y después de la batalla de Canas,'sólo más tarde, y por fic–

ción, fué sustituído por el

suo'vefouril.

(

2 ) .

Mucho tiempo ha de pasar en la evolución religiosa de

los pueblos más adelantados para que sobre la idea de un dios

iusto

se eleve la idea de un dios

bondadoso,

y para que la bue·

(1).-Clavel.

Historia

de

las Religiones.

T.

l.

c. VI. pág. 160,

(2) .-Tito Livio.

Historia Rumnna. El culto.