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De como el dolor de uo ajusticiado motivó
la Yuodacióo de uo
mooast~rio
yendas tan dramáticas
os
habitantes de Lima que cruzan in–
diferentes por las calles de Cueva y
Pando y contemplan la modestia del
templo cristiano bautizado con el
nombre de la Encarnación, no se dan
cuenta de que en ese edificio vetus–
to y de una sencillez rayana en cha–
bacanería y en humilde pobreza ar–
quitectónica duermen los recuerdos
de una época triste y aciaga para el
Perú, y se ocultan tradiciones y le–
como llenas de misticismo.
En una edad histórica, un monasterio simbolizaba el re–
cogimiento místico y la formación de una colmena humana
que laboraba la cultura. Tras los muros silenciosos de un
claustro incendiábanse los cerebros en maravillosa lucubra–
ción, descubriendo principios y verdades, leyes y fenómenos
que habían de ser poderosos elementos de una civilización ade–
lantada o bases de la ciencia del porvenir. Guardábase también