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HORACIO H. URTEAGA
venían caños de agua sacada con gran industria de algún
río ", es la versión de un relato tradicional.
Más lejos todavía se encontraba Mohína, otro lugar de
defensa y a donde se había reconcentrado seguramznte una
numerosa población, que levantó viviendas ·y templos ¡:ara
sus deidades. Cieza observó las ruinas de esos vfajos edi–
ficios, entonces desbaratados y deshechos, de los cuales se
habían aprovechado los Incas para hacer sus depósitos de
provisiones, como se aprovecharon de la mayor parte de las
Ruinas de una fortaleza
preincaica del
período arqui–
tectural de transición.-Cuzco.
antiguas obras para sus usos particulares, y locales públi–
cos.
" Cuando el Gobernador don Francisco Pizarro entró
al Cuzco con los españoles, dice el autor de la
Crónica,
ha–
llaron
cerca de estos edificios,
y en ellos mismos, mucha can–
tidad ele plata y ele oro y mayor de ropa . . . " Las antiguas
gentes, que probablemente vivieron dm·ante siglos en e ta
rica región del Vilcanota, no descuidai·on -la pompa de su cul–
to; las manifestaciones de su fe religiosa se revelan en lo
magníficos templos que elevaron por doquier:
los habían
cerca de Cacha,
no lejos de Quiquijana, al que
llamaban