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EL AYLLU
195
de forma y sentido no se puede desconocer
su parentesco. ¿Cómo ha podido esa pala–
bra servir en aymara, civilización que
á
pri–
mera vista parece dislocada de todo lazo de
las razas indoeuropeas, para nombrar un
mismo hecho social, una misma interpreta–
ción- psicológica surgidos en pueblos tan dis–
tintos y distantes? Muchas teorías se han
explanado y podrían aun sustentarse para
explicar esta
y,
o)t:ras analogías no solo lin–
güísticas sino t ambién sociales. No ha sido
propósito de esta obra entrar en estudios de
filología comparada, ni los elementos lin–
güísticos de que disponemos permiten tal
empresa. Lo único que podríamos sostener
es que el uso de ese vocablo entre los
~yma
ras no puede atribuírse
á
una importación de
los conquistadores. Los españoles le encon–
traron en los idiomas indígenas. Cieza de
'León nos
~uenta,
por ejemplo, hablando del