BIBLIOGRAFÍA LINGÜÍ 'l'ICA AMERICANA
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mente uno de ellos el primero
y
único que sobre lo idiomas del
Nuevo Mundo e publicase en América
y
aun en el mundo. Esto
muestra Ja llOCa atención que su estudio había merecido por
parte de los conqui tadores en lo sesenta años transcurrido
de pué. del descubrimiento. Las ideas que basta entonces se
tenían acerca de ellos, eran la má extrañas
y
confü a ,
y
pa,rticipaban ele la preocupacione del gran descubridor, como
con ecuencias ele un error geográfico preconcebido, egim la no–
ción que e había formado del universo. Imbuido Colón en la
idea, de que al de cubrir la mérica, había llegado al oriente
por el camino de occidente,
y
alcanzado las tierras del Cipango
y
del Cafaí, ósea ele Ja China
y
el J apón, pensó que las lenguas
que en ella se hablaban eran asiáticas,
y
en esta persuación,y sin
entenderla , les dió el nombre de
indias,
que ha quedado como
testimonio de u error. Perseverando siempre en él, en
~u
últi–
mo viaje de exploración, en Ja egtuidad de que llegaría ha ta,
el imperio del gran Khan de Tartaria, procuró ser acompañado
de intérprete a,rábigo ; pero al tocar in saberlo, las costas del
m1evo continente, se encontró con diversidad de lenguas desco–
nocidas, que egún su carta á lo Reye Católicos, tampoco pudo
entender, agregando que no se entendían entre
í
los mismo
naturale ·.
l
En general
y
por intuición, creían Jo. sabios de la época, que
lH'OC dían de la di per ión de la l nguas rle Babel, de la" cua–
les do , - la mejicana y Ja peruana, - habíañ pa ado á la Amé–
ri
a con u primitivos habitante asignándole otras proce–
dencia menos remota. , ya hebrea , ya tártaras ó cartagin a ,
pero in p netrar en ella ni apropiár ela · prácticamente. Esta
ignorancia d la Etuopa al re pecto, se prolongó por má de dos
siglo , á punto tal, que
á
principios del ig·lo
XVIII,
egún consta
lle tres rcale ordene de lo años
1709
y
1710,
l rey ele Es–
paña Felipe , creía que en su, dominio ultramariuo. de Jas
Indias occiclentale
y
n toda la extensión
el
l nuevo continente