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A.
i
bai hombres que c.n
la
adversi–
rfrid se arrastran humillándose; pero
cuando llegan
á
poseer alg o, se yer–
g11e11 altivos i soberbios olvidarJdo lo
que fueron.
-Por eso, niños míos, para no co–
rrer
la
desastrosa suerte del utushcu=
ro, es menester conservarse siempre
humild~s
i modestos.
La mariposa nocturna
Vivia un matrimonio feliz con
el
primer fruto de sus amores.
El esposo emprendía sus viajes de–
jando
á
su muj er anegada en lla nto,
pasándose las noches en vijilia, hilan–
cl
o. Una noche, des velado el niño · pre–
g unta
{t
su madre: ¿qué era aquello
que revoloteaba
ú
su a lreded or
i
que
le hablaba? La macl re por toda con–
testación le dice: "es mi amante, mi
cariñoso compañero que viene
a
ha–
C<.T111C
compañía."
Regresó el marido en momentos
que habia salido su mujer i se pu–
so
á
conversar con el hijo
é
inte–
rrogarle por lo que hacia ·la maclre
durante las noches de su ausencia. El
chcuelo le refirió que venia su a–
mante todas las noches, que se halla-