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7-

A.

i

bai hombres que c.n

la

adversi–

rfrid se arrastran humillándose; pero

cuando llegan

á

poseer alg o, se yer–

g11e11 altivos i soberbios olvidarJdo lo

que fueron.

-Por eso, niños míos, para no co–

rrer

la

desastrosa suerte del utushcu=

ro, es menester conservarse siempre

humild~s

i modestos.

La mariposa nocturna

Vivia un matrimonio feliz con

el

primer fruto de sus amores.

El esposo emprendía sus viajes de–

jando

á

su muj er anegada en lla nto,

pasándose las noches en vijilia, hilan–

cl

o. Una noche, des velado el niño · pre–

g unta

{t

su madre: ¿qué era aquello

que revoloteaba

ú

su a lreded or

i

que

le hablaba? La macl re por toda con–

testación le dice: "es mi amante, mi

cariñoso compañero que viene

a

ha–

C<.T111C

compañía."

Regresó el marido en momentos

que habia salido su mujer i se pu–

so

á

conversar con el hijo

é

inte–

rrogarle por lo que hacia ·la maclre

durante las noches de su ausencia. El

chcuelo le refirió que venia su a–

mante todas las noches, que se halla-