-81-
sar? clccíale cierto !:<>rro
á
nn sapo.
-Seño r zorro, es preciso no ser tan
jactancioso ni alabarse
tar.to, que,
acaso me atre:vería
á
apost.arle una
carrcrita.
-Desgraciado
!
tu no haces ot1
a
c'o
a que saltar en
d
mismo sitio i no
avanzas.
Se
burlarían de mi
al
verme
disputando
á
correr contigo.Pero
voi
á
darte gusto quitándote de la cabeza
tan ckscahcllada pretensión,
á
fin de
que te infles irn:nos cuando gritas.
-Ah
señor orgulloso! yo grito en
Yerdacl,
pero vos ladrais. Que diferen–
cia existe en nuestra voz!
it
mi me
conocen i no
me
huyen; pero quien
no
se ahuyl:nta, \.:Uando
cnr...... car!
•
vaga
U.
por !ornas
i
quebradas?. Ah
demonio de carca ria a labanciosa!
-Dejate de insultos que entre pcrso
nas decentes se arreglan las difere:n–
cias con buenas palabras. Estas dis–
puesto,señor volador,
á
portarte?
-Sí es asi, hasta mañana.
Al
rlia siguiente se presentó, el sapo
con un hermoso perro llanwclo
Yana
jaracha
como Juez i
el
zorro suplicó
á
un
AgToi
(1)
le sirviera de te::.tigo.
[1]
Ave de rnpiña que
110
se alim<ntn sino dt sapos
i
cule–
brns; por otros nombres conoc.ido
~on
los de domim'co,
alluy,
akctz1 [Ybycter Jeucognster.]