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PALEOGRAFIA ESPAÑOLA

separadamente (dice Sempere y Guarinos).

Pero se cree comunmente que la mayor

parte del trabajo de aquel tomo, es del

P. Burriel, por lo qua! muchos la atribuyen

á éste. Lo mas verosimil es que el pensa–

miento de substituir en lugar de la

Paleo–

grafía francesa

del Abad Pluche, otra espa–

ñola, fue del P. Terreros. Que pidió mate–

riales al P. Burriel, como tan períto en la

diplomática, habiendo sido por consiguiente

de éste el principal trabajo de haber reco–

gido,

y

dispuesto los documentos, y mues–

tras de las diferentes especies de letras que

se han usado en España;

y

de aquel la idea

y forma de obra» (vI, 51-2).- Hervás, en su

Aritmetica delle Nazioui

(ósea, el t. XIX de

la

Idea dell' Universo),

habla de una «iscri–

zione, che copio il sapientissimo P. Burriel,

e mando al P. Stefano Terreros cogli altri

eccellenti documenti di Toledo , che questi

pubblico nella Paleografia Spagnuola»

(pág.

38);

y algo más abajo vuelve á citar al

«insigne Erudito il P. Andrea Burriel, che

con immensa fatica scartabello i preziosi

archivj di Toledo, e ne mando al P. Stefano

Terreros tutti i documenti, che si leggono

nella Paleografia Spagnuola stampata col

nome di quest' ultimo....» (pág. 55).- «Fa–

tetur Stephanus in Palaeographia ador–

nanda adjutorem habuisse Marcum An–

dream Burriel. Neque fas est credere Ste–

phanum virum modestissimum, ac candidi

pectoris opus Burrielis, ut nonnulli volunt,

sibi vivo ipso Burriele tribuisse», dice tam–

bién Caballero (1, 267).

Pero es muy de notar que el mismo Ca–

ballero en sus Mss. describe la

Paleografía

E spa11ola

con la calificación de «srepius

recusa, et non semel apposito nomine Ste–

phani Terreros, sed fere certum babeo An·

dream [Burriel] auctorem esse hujus ope–

ris....

»

(núm. 469); que también Hervás

parece que se resuelve á atribuírsela defini–

tivamente al P . Burriel

(L .

c.,

págs. 55-6),

y que Sempere y Guarinos, en más de una

ocasión, la da por suya

(Eus. de u11a

Bibliot.

,

1,

244;

y

Dúcurso sobre el gusto

actual de los Espmioles,

pág. 250).

«.... el Padre Andres Marcos Burriel, que

murió en la flor de su edad cuya es

la

Pa–

leografia E sf>rnio!a

publicada en nombre del

Padre Ferreros [

?

Terreros

J

i Pando, i por

esso decía Burriel que el otro era padre

putativo de ella», escribía también D. Juan

Antonio Mayans

y

Sisear á

D.

José de

Vega

y

Sentmenat en carta de 12 de Julio

de 1783 (impr. en la

Revista crit. de Hist.

y Liter. espaií., portug.

é

lnsp.-amer.;

t.

vr.

núms. 1-II: Enero y Febrero de 1901, pág. 7).

Y

ésta puede decirse que es ya la opinión

corriente de los bibliógrafos

y

eruditos, con

La Serna Santander (1v, 108, núm. 6102),

Velázquez de Velasco

(Noticia del Viage de

Espa1ía,

págs. II-12, not. 22), Magán

(Se–

manario pinto1·esco espaiiol:

3.•

ser.;

t.

n,

de

la col. IX, pág. 59)

1

Graesse

(1,

578), Muñoz

y

Rivero

(Manual de Paleogr. diplom. espa1i.,

págs. 13, 27, 44, 47), Sommervogel (D., 683¡

B., n, 40-67)

1

Hartzenbusch (pág. 129), etc.

Por lo que hace

á

la contraria, hay que

observar lo siguiente. Primero, que no hay

ningún documento auténtico y personal en

su favor de parte del P . Terreros, que pueda

oponerse al testimonio explícito del P. Bu–

rriel, que al núm. 1529 copiamos del ejem–

plar de Toledo. Segundo, que nada tiene de

extraiio que éste no mencione la

Paleogra–

fía

en su correspondencia con los PP. Rá–

vago, Zaccaria y demás amigos y superiores,

por cuanto sólo trataba de comunicarles en

ella sus trabajos

y

descubrimientos concer–

nientes

á

la revisión de los archivos que iba

examinando. Tercero, que quitando, si es

caso, las 16 primeras hojas

y

la última de la

Paleografía,

las restantes están consagradas

casi exclusivamente á la explicación de los

documentos antigu9s que se copian, hecha

con tal habilidad y conocimiento de causa,

que es menester estar poco menos que ciego

para no distinguir en toda ella la mano tan

visible del P. Burriel.

La última hoja, ó sea la única atribuída

á éste por el P. Gener, es precisamente la

única, en nuestro dictamen, que parece aiia–

dida, sin duda ninguna, por el P. Terreros.

«Para evitar (dice) en este

esp~cimen

de

Paleograpliia Castellana

las faltas, que se

advierten en las Obras de otros..., rogue al

P. A ndres Marcos Burriel, de la Compañia

de Jesvs, Maestro de Prima de Theologla

en el Colegio de Toledo,

a

tiempo que de

orden del Rey nuestro Señor estaba reco-