EXERCICIOS SANTOS
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que todos gozen de este tesoro, que tantos
años ha estado escondido, me determine
sacar
a
luz estos papeles.....
No podía dársenos satisfacción más cum–
plida de la aventurada atribución de dos
años atrás¡ ni parece que se nos pueda
pedir testigo más abonado que el Dr. Pérez,
de haber sido el P. Francisco de Salazar el
indisputable autor de estos
Exercicios Es–
pin'tvales,
que, cambiado no más que el
título, son los mismos
Afactos y Com1dera–
ciones devotas
de que ya tuvimos ocasión de
hablar en los anónimos (al núm. 61).
4026. -
Exercicios Santos de Refor–
macion Christiana, por Oon Francisco
Bermudez de Castro, Doctor de Theolo–
gia,
y
Professor en la Ciudad de Cuellar.
En Valladolid, por Geronimo Murillo,
1622.-En
8.º
EL P.
FRANCISCO
(BERM, DEZ)
DE
CA TRO.
<~Fr.
de Castro pub. d'abord ce dern. ouv.
sous le nom du doct. F. Bermudez de Cas–
tro, profess. dans la ville de Co'illas, mais il
en donn<,1. une autre édit. sous son propre
nom, Séville, 1635. C'est ce qui a donné
lieu
a
l'erreur du sav. bibliog. ic. Anto–
nio, qui fait deux personnages différens de
Fr. de Castro et de Fr. Bermudez de Cas–
tro», se dice en la
Biograph. Um'vers. en
six vol.
(r, 516).
En efecto, Nicolás Antonio, en la 1.•edi–
ción de su
B1'b/iotlteca Nova,
dice en una
parte: «D. FRANCISCVS BERMVDEZ
DE CASTRO, Theologire Doctor,
&
Pro–
fessor, utl se nuncupat, in schola oppidi
de Cttellar,
edidit - Exercicios santos
de
R efonnacio11 Christ1ana.
Pincire apud Hie–
ronymum Murillo 1622. 8.» (1
1
311)¡ y en
otra, poco más adelante: «FRANCI CVS
DE CASTRO.... Dimissus aliquando Socie–
tate edidit, sese
Doctorem Fra11ciscum Ber–
mudez de Castro
nuncupans-Reformacion
clwistiana:
quem deinde librum locuple–
tiorem
a
se factum edidit iterum, cum in
Societatem denuo admissus fuisset, Hi–
spali 1635» (r, 317).
Pero no es eso lo peor del caso, sino que,
á pesar de haberse añadido con toda adver–
tencia, en la 2.• edición de Nicolás Anto–
nio, la cláusula «V. Franciscus de Castro»
al
pie del articulo de D. Francisco Bermtí–
dez de Castro
(e,
406:
cfr.
414)
1
como para
ignificar que pudieran ser una misma per–
sona, todavía nos presenta Backer como
dos autores diversos
á
los PP. Francisco
Bermúdez de Ca5tro y Francisco de Castro
(1,
579: 1128-29).-También Sornmervogd
dedica su correspondiente artículo á cada
uno de ellos¡ sólo que, como no halló para
el del P. Bermúdez de Castro noticias espe–
ciales de quién pudiera ser, tuvo la precau–
ción de avisar en nota: «C'est, peut-etre, le
P.
Franc;. de Castro, mort en 163z.
1
dont je
parlerai
a
son tour»
(e,
1345)¡ y, descritas
más adelante, en el del
P.
Castro, las varias
ediciones y traducciones de su
R eformacicm
Cl1risti'cma,
añade: «Voir: Bermudez de
Castro....
»
(11,
863).
Pero no puede haber la menor duda en
que, real y efectivamente, el que primero
se llamó D. Francisco Bermúdez de Castro
en lo
Exerciúos Sa11tos de Reformacion
Christiana,
es el mismo que algún tiempo
después, en la
Rejormacicm Christicma
ó
ClzristianaRejormacionse
nombra P. Fran–
cisco de Castro.
Para con vencerse de ello, basta leer el
aviso que cuidó de anteponer á la nueva
ejición que, vuelto ya á la Compañía, dió
de su obra, y reproducen á la letra algunas
de las siguientes. Dice as[: «Avra ocho
años, Christiano Lector, que salio
a
luz este
libro, algo desmedrado, y tal que yo q
~
soy su padre natural, lo descon ocl, y se lo
ahije
a
un amigo mio (que era otro yo) de
mi mesmo nombre, carne, y sangre. Mas
no lo perdi de visla, ni lo desampare, antes
(viendole algo apazible, prouechoso, y agra–
dable, y que muchas personas assi seglares,
como Religiosas Jo buscauan, pedian, y lle–
uauan
a
sus casas, con tal afecto y priessa,
que en breue tiempo se gastaron tres im–
pressiones), me alente
a
criarle, y crecido,
fue fuerc.;a vestirle de Primauera del cielo,
matizada con algunas de las flores que el
Parayso Terrenal de la Escritura Sagrada
produze, y los jardines curiosos de los san–
tos exalan, para que te de mas gusto, y sirua