DE' DIRITTI
DELL'
UOMO
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de San Pedro en Roma , dicen trata, o toca
algunas proposiciones relativas a las obli–
gaciones de los Monarcas, sobre que Azara
tuvo con su Santidad sus conte.staciones·
No sabemos en que parara este T orillo que
ha salido a la plaza en un tiempo, en que
no se hablaba de otra cosa, que de vuelta de
los Jesuitas....' De todo Jo dicho hasta aquí¡
esto es de estas cartas de nuestra corte, y
de la turbacion por causa de un libro em–
biado a Madrid del Mi nistro Azara, y de
sus ami.ges, se infiere manifiestamente que
la cosa paso de esta manera. No haviendo
podido el P.• General Quiliones, ni con ma–
nejos poco loables en la corte de Napoles,
ni con representaciones al Papa impedir Ja
impresion , y publicacion de la obra de E s–
pedalieri...., se penso en hacer, que la dicha
obra cediese en mayor daño de los Jesui–
tas.... A este fin como a la metad del mes
de febrero embio Azara a Moliino un exem–
plar de la obra de Espedalieri , diciendole
el mismo, y por lo menos el P.• Quiñones
en sus cartas con mayor, o menor asevera–
cion, de este, o del otro modo, por est!ls, o
por las otras razones, que havia sido escri ta
por el Jesuita Italiano Bolgeni , o por otro
E spaiiol, o Italiano, o en general por algun
Jesuita. A este paso de Azara, si Moñino
huviera continuado en el ministerio, y el
libro huviera llegado a sus manos, aunque
el sospechase, y aunque supiese, que todo
era una falsedad, y calunnia, se huviera
seguido necesariamente, que, dexando tras–
lucir en el publico no mas que un confuso
rumor de la cosa, para que los Jesuitas no
entrasen en el empeño de poner en claro la
verdad, huviera hablado al R ey.... E stas
han sido, y estas son todas las artes,
y
toda
la política de los enemigos de los Jesui tas
en E spaña , y aun en todas partes. U nos
mienten, y calnnnian , y otros hacen valer
a las orejas de los sencillos Monarcas las
mentiras, y calunnias que los primeros han
fabricado de planta....
»
(págs. 359-363).
«Todo se mudo repentinamente con la
nueva de la deposicion de Moliino. R e–
celando , o conociendo con seguridad , que
las cartas, y el libro, irían a parar a las ma–
nos del Conde de Aranda, como efectiva–
mente sucedio¡ y temiendo , que en lugar
de los premios o elogios , que les huviera
dado por su invencion el Ministro, el suce–
sor les hiciese aparecer publicamente como
unos hombres mentirosos, y calunniadores,
y les diese, o hiciese dar el castigo, que por
su hecho merecian, que se debe extrañaren
este caso, y hallandose en peligro de ser in–
fámados a la faz de todo el mundo, y de ser
castigados de otros modos, que Azara, Qui–
Iiones,
y
los <lemas complices en esta mal–
dad, se turbasen extraordinariamente,
y
tu–
viesen sus juntas y conciliabulos .en los que
discurriesen medios, y arbitrios aun los
mas desesperados, y mas costosos, como fue–
sen oport unos para salir de este aprieto? o
seria la parte menos divertirla de esta his–
toria una relacion puntual ·de lo sucedido
en aquellas juntas clandestinas de T ivoli·
sobre este asunto.... Pero de todo esto nada
se sabe con fundamento en el dia,
y
siempre
se sabra poco; y solo podremos deci r para
refutarlo todo con una sola palabra, que no
es posible, que Azara,
y
Quiliones prueven
bien, que un Jesuita fue auLhor de la obra
de E pedalieri ; ni lo es tampoco, que pre–
senten algunas Quenas razones, que puedan
bastar para tenerlo por verisimil, ni aun si–
quiera pueden exponer con verdad, que assi
se decía, o corria en Roma, como era nece–
sario hacer , para no ser tenidos,
y
declara–
dos por malignos fabricadores de menti\-as,
y calunnias. Es en el dia una verdad noto–
ria, que en Roma nadie , sino Azara, Q ui–
ñones, y sus amigos en sus conciliabulos,
havia dicho, asegurado, sospechado, ni aun
sof'lado, que Espedalieri no fuese el author,
que por si mismo havia compuesto la rui–
dosa obra, sobre los derechos del hombre,
hasta que de Madrid llego el primer ru mor
sobre esta cosa....
»
(págs. 364-65).
«El nuevo Ministro en esta corle, a cuyas
manos llegaron el libro,
y
las cartas, ha
procedido en este negocio con rectitud,
e imparcialidad,
y
como hombre, que ni
quiere hacer ligeramente, sin razon,
y
por
solos rumores mal
3:
los J esuitas, ni tam–
poco excusarlos,
y
defenderlos en lo que
sean culpados;
y
assi ha procurado ser in–
formado alla del merito del libro,
y
por
Roma de la verdad de la acusacion, de que
huviese sido escrito por los Jesuitas. Para