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DE' DIRITTI DELL' UOMO
lograr lo primero embio el libro en nombre
del Rey.... al Supremo Cl1!1sejo de Castilla,
encargandole, que le hiciese examinar, y
diese despues su parecer sobre Ja doctrina
del libro.... En quanto a averiguar por
Roma la verdad de la acusacion se han di–
cho confusamente muchas cosas, como prac–
ticadas por el nuevo Ministro por medio de1
Auditor de Ja Rota D.n Antonio Gardoqui,
y por otros. Todo esto esta mui obscuro, y
solo se puede decir con seguridad , que, si
el Conde de Aranda ha tenido deseo de
saber con certeza la cosa, le havra sido mui
facil asegurarse del todo, de que la asercion
de Azara, Quiñones, y de Jos <lemas en
orden a atribuir Ja dicha obra a los Jesui–
tas, no es mas, que un sueño, o delirio suyo
sin el menor fundamento, o por mexor de–
cir, una falsedad, y calunnia inventada mui
de proposito por ellos mismos. Lo mas
cierto en este caso parece, que es,
el
haverse
escrito al mismo Azara, pidiendole las prue–
vas, y fundam entos de lo que decia en su
carta, y que lo mi mo se ha practicado con
el General de los Dominicos, y ellos havran
respondido lo que les havra parecido mas
conveniente, y nosotros ignoramos aora, y
verisimilmente nunca llegaremos a saber.
No obstante en Roma se ha dexado traslu–
cir una razon, o conjetura en prueva de que
la dicha obra no es de Espedalieri, sino de
algun Jesuita, sin poderse entender, si fue
alegada por estos hombres en su primera
carta a Moñino, o en su respuesta al Conde
de Aranda; y ella consiste en deprimir los
talentos y doctrina de Espedalieri, y hacerle
por consiguiente incapaz de e crivir una
obra tan docta, y tan erudita; y despues de
esto afirmar francamente, que un Jesuita ha
sido su author, y Espedalieri ha consentido,
en que se ponga en ella su nombre. Ya se
entiende, aunque no se diga, que es una
ilacion arbitraria, y de puro antojo, el atri–
buir la obra a un Jesuita, porque Espeda–
lieri no fuese capaz de haverla escrito; y que
esto era una suficiente defensa de todos Jos
Jesuitas, aun supuesta una notoria falta de
doctrina, y de talentos, en el que se nombra
en el título del libro, como su author. Pero
tan lexos de ser verdad, que Espedalieri no
sea capaz de haver escrito la obra de los
Derechos del hombre, es de notoriedad pu·
blica en Roma, que tiene doctrina, y talen–
tos para escribirla....
»
(págs. 366-368).
«El camino mas seguro, o por lo me–
nos mas facil para defenderse de algun modo
Azara, y el General de los Dominicos , era
amontonar testigos, y declaraciones en prue–
va de que muchos pensaban de la misma
manera, que ellos sobre el author del libro,
y de que este era
el
modo mas comun de
pensar en Roma ; porque no les costaría
mucho trabaxo encontrar a centenares hom–
bres, que lo dixesen, y atestiguasen, por
salvar dos personas tan respetables, y tan
benemeritas de la faccion, o partido. De
qualquier modo, que se haya manejado esta
cosa, y haya sido esta, o la otra la respuesta
de Azara sobre este negocio, el Conde de
Aranda se ha dado por satisfecho, o se ha
visto obligado a contentarse, y acomodarse
a la voluntad de otros, y el Ministro en
Roma..•. salio de su retiro, y de su aprieto,
y se halla en la corte en aire de persona,
que tiene ya seguridad de conservar su em–
pleo, y de no tener que temer cosa alguna
de parte del nuevo Ministro de Madrid. El
P.e General Quiñones, en quanto se ha po·
dido observar, nada ha padecido tampoco
de parte de la corte de España¡ y sus dis–
culpas se dtben de haver tenido por buenas,
o a Jo menos por ligera su falta, no ha–
biendo llegado todavia el tiempo, en que
las calunmas contra los Jesuitas sean faltas
dignas de castigo. Por parte de Roma ha
tenido un disgusto , que le debia de ser de
grande pena, y afticion, si fuera hombre
mui delicado en punto de honor, y de con–
ciencia¡ pues se ha asegurado de aquella
Ciudad, que Pio
VI
le dio una reprension
severa por sus malignos manejos contra el
libro de Espedalieri, y contra los Jesuitas,
y una seria admonicion en orden a ha–
cerle entender, que ya no es tiempo de de–
cir, y hacer impunemente como hasta aqui
todo lo que se quiera contra los Jesuitas: ..
»
(págs. 370-7 r).
«Por nuestra parte, siguiendo el con–
sejo de varios amigos de Madrid, se ha he–
cho alguna cosa en orden a defendernos, sin
hacer mal a nadie. En varias cartas se han
escrito muchas cosas, con las que se pudiera