Table of Contents Table of Contents
Previous Page  568 / 632 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 568 / 632 Next Page
Page Background

..

·

....

560

HISTORIA GENERAL DE ESPAÑA

ciendo, segun la opinion de varones i nuy

doctos: ya tambi en porqu e el tomo primero,

donde existen las adiciones, se imprimió en

Madrid, mientras el segundo se imprimía

en Toledo, donde estaba y donde murió

Mariana. P or manera que las adiciones pu–

dieron introducirse despues de muert o Ma–

riana,

ó

qua ndo se hallaba s!n es peranza de

vida, ó ciertamente sin s u conocim iento.

Por lo que toca á atreverse , ¿quién negará

atrevimiento para fingir u nos miserables

retazos á los que fi ngian obras enteras?....

»

(págs. 2..-ro"' del

Prólogo

de Valencia).

Respetemos el silencio en que envuelve

el prologuista á los cómplices de las malha–

dadas «adiciones de 623>>; ó, por mejor de–

cir, oigamos lo que nos dice

4

ese propósito

su intérprete D. Vicente la Fuente en su

Historia Ecleáástica de Espmia.

Según él, no fueron varios los que inter–

vinieron en ellas, sino sólo uno : conviene á

saber, el P. Jerónimo R omán de la Higuera,

el cual «á la muerte de Mariana embadurnó

sus obras con intercalaciones absurdas

1

en

que dej ó correr sus delirios» (tu, 248 de

la

1.

8

ed.; v, 399 de la 2.•).-Así lo creye–

ron varios antes del Sr. La Fuente, y han

seguido creyéndolo y pregonándolo también

otros desp ués de él; pero se nos figura a lgú n

tanto aventurada su aserción por causa de

que, habiendo muerto el P. R omán de la

Higuera á 14 de Septiembre de r6rr, como

quien dice doce a ii os, cinco meses y dos días

j ustosycabalesan tesqueel P. Mariana, que

le sobrevivió h asta el 16 de Febrero de r 624,

se hace algo difícil de ex pl icar bien el mis–

terio de sus intercalaciones póstumas. Por

lo que, sin mi edo á error ni enga i"io, aunq ue

con la reverencia debida al Sr. La Fuente y

sus mae"stros

y

discípulos , nos atrevemos á

afirmar resueltamente que no debió de ser el

P. Román de la Hig uera el que embadurnó

la edición de r623, ni suya la mano que an–

duvo en la de r 6r7.

Demostrado con toda evidencia· que no

pudo ser el pretendido inventor de los

Cro -

1licones

el que estropeara las ediciones de

1617 y 1623

1

ocurre preguntar: ¿lo sería al- _

guno de sus amigos y sucesores en la odiosa

labor que tan inconsideradamente le impo–

nen nuestros críticos ?-Por lo pronto, es

más fácil aventurar sin pruebas que fundar

en sólidas razones la incuria ó indolencia que

atribuyen al P. Mariana respecto

á

su

His–

toria Ge11eral,

constándonos haber sido pre–

·cisamente la obra suya que él más acariciaba,

y en cuya perfección se afanó más que en

la de ninguna otra hasta el último día de

su vida.-Además, todavía no se ha puesto

en claro el extremo

á

que llegaba la aver–

sión del P. Mariana á los nuevos

Cronico11es.

«Si en su propia casa consiguió ofuscar [el

P . Román de la Higuera] inteligencias su–

balternas fáci les de contentar, como la de

Portocarrero, t ambien encontró incrédulos

como Mar iana», dice Godoy Alcántara en

una parte de su

.E.fistona c1·itica

(pág. 234);

pero á las pocas hojas añade el mismo Go–

doy Alcántara que el P. Mariana «se apoya

en los

C1•om"co11es

de Dextro, lVIáximo, Luit–

prando y J ulian Pc::rez, si bien ordinaria–

mente los cita como en descargo de respon–

sabil idad. Ni podia hacer Mariana otra cosa.

¿Desecharía los

O ·onicones!

¿Se emboscaría

en la enmarañada selva de

nue~tras

Cróni–

cas,

armado de segur y podadera? Triste

destino habria tenido su obra; un grito de

reprobacion le habría sa ludado, y nuevos

di sg ustos, sobre los que ya le ocasionaba la

independencia de su carácter, habrían ve–

nido sobre él.... Transigió, pues, con las

ideas recibidas; y de esta transaccion resultó

la historia más naciona l que tenga ninguna

literatura , más espat'"iola que es romana la

de Tito Livio, la más verdadera que hasta

· ahora poseemos; verdadera, no en·el sentido

de exacta, si no en el de reproduccion fiel de

los sentimientos , de las pasiones, de las

cr eencias, de los instintos, de los amores y

de los odios q ue marcan enérgicamente en

la hi storia dt l mundo la · individualidad de

nuestra nacion ....

»

(págs. 255- 56).-Se

ve

que

el Sr. Godoy Alcántara no sabía lo que es

independencia de carácter, ni fué capaz de

formarse idea de la rectitud y entereza del

P. Mariana, ni reparó en que , si es verdad

que hay en la

H t"ston"a Getteral

todo eso

qne él dice, no fué ciertamente debido á las

mezquinas, escasas é insubstanciales añadi–

duras de 16 17 y 1623.

Pero

1

dejando

á

un lado esta cuestión,

como también varias otras algo más serias